La fortaleza y el dinamismo del subsector del cámping, que se sitúa en el origen de la marca Costa Daurada, llama poderosamente la atención en el contexto de una temporada estival de 2019 'correcta', sin los alardes de ejercicios anteriores. En pocas zonas de España o Europa se observa una concentración semejante de cámpings del máximo nivel: la provincia de Tarragona aglutina junto a Girona lo mejor del 'glamping' nacional; entre ambas suman 15 de los 20 mejores complejos de España según Best Camping, la biblia del sector, sobre un total de casi 180 en Europa.
Después de varios años de crecimientos cercanos al 4%, la temporada alta de 2019 -a falta de cerrar las cifras de septiembre- va a significar "una estabilización, o incluso un pequeño bajón del 2 ó 3%, derivado sobre todo de la caída del mercado holandés". "Es un buen año, pero no excelente como los últimos", sintetiza Joan Antón, presidente de la Associació de la Costa Daurada y Terres de l'Ebre.
Pese al ligero frenazo, globalmente el sector turístico ha vuelto a hacer los deberes este año con una inversión que se acerca a los 120 millones de euros en mejora de instalaciones y servicios, reformas integrales, ampliaciones y construcción de nueva planta. "Estamos atentos a las causas; no estamos seguros al 100%, pero creemos que ha influido mucho la cuestión climática, con buenas temperaturas, más suaves que en el Mediterráneo, en el norte de Europa", reflexiona Antón.
El grueso de esa inyección económica se la han llevado los hoteles (93 millones), pero los càmpings no le van a la zaga con más de 20 millones. Desde 2015, sólo los campings han invertido más de 110 millones de euros, según los datos de la Associació de Càmpings, que aglutina 58 establecimientos (94% de los 64 registrados), más de 15.700 parcelas y 5.400 bungalows.
La propiedad familiar de los cámpings -ya en fase de cambio, en algunos casos, hacia grandes corporaciones por la gran envergadura de algunos de los negocios-, que habitualmente coincide con la propiedad de los terrenos, lleva asociada una filosofía de reinversión constante, "con un sentimiento muy parecido al del pagés con la tierra, y que año tras año lleva a reinvertir una parte elevadísima de los beneficios", razona Joan Anton.
"Esa inversión continuada, además de una fuerte sensibilidad en la preservación de los espacios naturales y una clara visión de futuro nos ha permitido alcanzar el actual nivel de excelencia, donde se combina una oferta de acampada y alojamiento que respeta los valores que hacen tan singular al cámping: espacios de convivencia ideales para disfrutar de la familia en un entorno natural privilegiado", expone Berta Cabré, vicepresidenta de la Associació.
La inversión empresarial en los establecimientos en los últimos cuatro años ha sido de 400 millones de euros para un parque de alojamiento de 68.000 plazas en hoteles, 65.000 en campings y 25.000 en apartamentos
El presidente de la FEHT (Federación Empresarial de Hostelería y Turismo), Eduard Farriol, estima que este nivel de inversión empresarial se ha sostenido durante los últimos cuatro años, por lo que la cifra global supera en este periodo los 400 millones de euros para un parque de alojamiento de 68.000 plazas en hoteles, 65.000 en campings y 25.000 en apartamentos.
La FEHT insiste en que es la fuerte exigencia de los clientes, cada vez más elevada en todos los segmentos, lo que les obliga a un proceso de renovación constante. La mayoría de hoteles de la provincia de Tarragona han realizado reformas integrales para subir de tres a cuatro estrellas, y muchos de los campings tradicionales se han subido al tren del 'glamping' (glamour + cámping), y se han transformado en resorts con todo tipo de servicios y experiencias.
'Glamping', una tendencia consolidada
2017 es para los cámpings el año de mayor esfuerzo inversor en el último lustro, con 40 millones (frente a los 15 de 2015 y 2016, y los 20 de 2018 y 2019). Ese fuerte incremento obedeció en gran medida a la creación de un área temática inspirada en África del Camping & Resort Sangulí de Salou. La iniciativa de la familia Blasi, que comenzó en el negocio hace 45 años, supone una vuelta de tuerca en el 'glamping', la tendencia que se impone en el sector en los últimos años, alejada de la clásica tienda de campaña o caravana, y que fusiona las ventajas del contacto con la naturaleza y unos servicios propios de los resorts del máximo nivel.
Su caso puede considerarse la punta de lanza a la que se orienta todo este subsector económico, y va mucho más allá de unas cifras tan relevantes como los 20 millones de euros de inversión que costó o las siete hectáreas con que se amplió (pasó de 23 a 31) el complejo vacacional. La innovación en el Sangulí destaca en el iceberg de un negocio que requiere impresionantes zonas acuáticas, wifi, bungalows equipados al detalle y una interminable lista de servicios que se han convertido en moneda común.
Cámpings como El Templo del Sol, La Torre del Sol, Els Prats Village, Playa Mont-roig Camping Resort, Stel, Playa Bará o Tamarit Beach Resort, por citar algunos de los más renombrados, acompañan al Sangulí en la cima de las acampadas de lujo. "Seguimos peleando para que se trate al sector del cámping como se merece, para eliminar una percepción peyorativa de turismo 'de segunda' que todavía subyace; el nivel de instalaciones y de servicios que prestamos no termina de visualizarse", reitera Alejandro Giménez, director ejecutivo del Playa Montroig Camping Resort.
La capacidad de adaptación al cliente ha guiado la evolución de los cámpings de Tarragona en el último medio siglo. El proceso de mejora de servicios se intensifica en los años ochenta, con infraestructuras y servicios similares a los de los mejores hoteles, de manera que ese valor añadido les ha permitido posicionarse en un segmento elevado del mercado: "Vamos -avanza Giménez- a seguir en esa línea de dar más confort; es el modo en que sabemos evolucionar, el que nos permite acceder a un nivel de precios y nos ha traído hasta aquí".
Concepto de 'resort' verde
Esa idea de 'resort' que ha llevado a Tarragona a una inusual concentración de premios internacionales lleva aparejada una filosofía "orgánica" de bajo impacto urbanístico, pues lo que ha permanecido inalterable es el gusto de los clientes por el contacto con unos parajes naturales espectaculares y únicos, que lógicamente los empresarios se han esforzado por mantener y mejorar.
"La clientela del centro y del norte de Europa, desde siempre, busca claramente buen clima y espacios privilegiados de naturaleza en contacto con el mar; es nuestro activo principal y nos preocupamos por conservarlo; además no nos ocupamos sólo de nuestros recintos... no sería lógico porque nuestros clientes salen a pasear y nos interesa una imagen muy cuidada de todo el entorno", subraya el presidente de la Agrupació de Càmpings Tarragona Ciutat, Agustí Peyra, desde su experiencia al frente de Las Palmeras.
Esa tutela del patrimonio natural se completa con fuertes inversiones en reciclaje, materiales ecológicos y energías renovables (placas solares, calderas de biomasa, recuperación de aguas pluviales...) y en infraestructuras que mejoran la calidad del entorno. "Se trata -sintetiza Francesch- de empresas familiares orientadas al largo plazo, -no a explotar un negocio rápido sin pensar en los efectos de futuro-, y esa filosofía de empresa entraña preocuparse, y mucho, de un activo tan preciado como estas enormes zonas verdes".
la Associació de Càmpings de Tarragona y Terres de l'Ebre se sienta en la mesa de la Generalitat para dibujar el Plan Director Urbanístico que va a marcar las bases normativas que regularán los cámpings del futuro
El modelo de futuro
En la actualidad, con las licencias paralizadas, la Associació de Càmpings de Tarragona y Terres de l'Ebre se sienta en la mesa de la Generalitat para dibujar el Plan Director Urbanístico que va a marcar las bases normativas que regularán los cámpings del futuro, tanto los de nueva creación como los desarrollos de los actuales. La aprobación inicial se prevé hacia finales de año. La ausencia de una legislación urbanística unificada y una doctrina clara es uno de los principales caballos de batalla de los cámpings, que en cierta frecuencia han visto frenadas sus inversiones por una cuestión de inseguridad jurídica. El caso más llamativo se sitúa en el término municipal de Tarragona, donde se ha ralentizado durante años la Modificación Puntual del POUM (Plan de Ordenación Urbanística Municipal) para adaptarlo al Plan Director del Sistema Costero, que es el que afecta al área litoral.
El pleno municipal de Tarragona ha aprobado recientemente dicha modificación, que se arrastra desde 2014, lo que permitirá la tramitación de los instrumentos de planeamiento (planes parciales) para desbloquear las mejoras pendientes. La Agrupació de Càmpings de Tarragona Ciutat, -que representa a los siete cámpings ubicados en la zona que va desde la Platja Llarga hasta la desembocadura del Gaià (Las Salinas, Platja Llarga, Las Palmeras, Torre de la Mòra, Tamarit Beach Resort, Trillas Platja Tamarit i Caledònia)-, se ha mostrado esperanzada en "poder adaptar las instalaciones existentes a la evolución de un sector de competencia creciente, siempre fieles a un modelo de turismo familiar, sostenible y de calidad".
Han pasado casi 65 años desde que en 1955 Joan Vidal Figuerola creara el cámping Platja Llarga, el primero en toda la provincia de Tarragona. Se cuenta que en la apertura tuvo que improvisar las sillas para sus primeros clientes, una familia holandesa, porque las que había encargado para el bar no le habían llegado. Cinco años después, en 1960, ya había 18 cámpings en la provincia, de los 143 abiertos en España (48% de ellos en Catalunya). En 1990 llegaron a funcionar 80 de los 309 del territorio catalán (35% de los 895 existentes en España), y hoy rondan los 65, varios de ellos reconocidos entre los mejores de Europa.
En las últimas seis décadas el universo del cámping se ha transformado radicalmente. De una alternativa barata a los hoteles se ha pasado a instalaciones que nada tienen que envidiar a los resorts de lujo. Fue a finales de los 50 cuando comienzan a surgir los primeros cámpings de manera improvisada; los terrenos que ocupaban los campistas eran los típicos campos de cultivo de la zona litoral: "Los propietarios los echaban hasta que hubo un cambio de actitud y en lugar de invitarlos a irse van a comenzar a cobrar", se relata en el libro editado por la Associació de Cámpings con motivo de su 40 aniversario.
Durante las primeras temporadas los clientes que llegaban a la costa tarraconense eran mayoritariamente franceses, alemanes, holandeses y suizos. Un perfil de turista dispuesto a recorrer grandes distancias por carretera con el coche cargado con todo el equipo imprescindible para hacer acampada y pasar las vacaciones en plena naturaleza. En los últimos treinta años se ha producido la expansión del sector -se cuadruplican los negocios- y una intensa transformación desde los 90 que, no obstante, ha sabido proteger el entorno natural.
Pulmones verdes
El factor clave para que el territorio albergue a día de hoy algunas de las zonas mejor conservadas del Mediterráneo español está íntimamente ligado al desarrollo de una actividad económica que necesita grandes espacios verdes que, de otro modo se hubiesen urbanizado. "Hay fotos de los años 40 en los que se ven las parcelas de cultivo... Se aprecia perfectamente cómo se ha ganado masa arbórea, porque nosotros necesitamos sombra", subraya Marc Francesch, vicepresidente de la Agrupació de Càmpings Tarragona Ciutat y gerente del Trillas Platja Tamarit.
Otro aspecto que no se ha alterado es el ambiente familiar y las estrechas relaciones entre clientes, con jóvenes y adultos que se conocen desde la niñez, y que se convierte en un factor crucial de fidelización. "Es parte de la complejidad del cámping, que se parece mucho a un pueblo en todos los sentidos, y en especial en el contacto entre las familias, lo que hace que entre un 40 y un 60% de la clientela repita", analiza el presidente de la Associació, Joan Anton, que ve en el aumento del transporte de mercancías por ferrocarril (tercer carril) y en la carestía de las autopistas las principales sombras que amenazan la competitividad. "Creo que ya nos toca poder acceder a Tarragona por carretera sin pagar; veremos cómo evoluciona y qué solución se toma".