El impacto de la invasión de Ucrania sobre la economía de Tarragona resulta prácticamente imposible de evaluar a día de hoy ante la volatilidad que rodea la evolución (duración, sanciones, tragedia humanitaria...) del conflicto armado. Las Cámaras de Comercio de Tarragona y Reus han dado una primera cifra que ronda los 600 millones de euros, pero sólo se ciñe al montante de los intercambios comerciales con Ucrania y Rusia, esencialmente importaciones de productos agrícolas y cereales, pero también maquinaría, vehículos y componentes industriales.
La preocupación es más que notable en el tejido empresarial del territorio. "Se veía como algo aislado, vinculado a unas provincias separatistas, pero nadie esperaba que la situación escalara a donde está ahora mismo; me cuesta mucho cuantificar los efectos, porque indirectamente las repercusiones van más allá de la balanza comercial", reflexiona Roberto Barros, director del área internacional de la Cambra de Tarragona.
En un primer análisis, más allá del coste humanitario y de la ayuda a la gente que está huyendo del país, -al que se añade el futuro impacto de la reconstrucción-, "se plantean dificultades en el tránsito aéreo normal en las rutas de Europa hacia Asia, que se modifican o se congelan todas... Además del tráfico de pasajeros, se envía mucha mercancía por vía aérea a y desde Asia, con todo el suministro de materias primas y materiales", expone Barros.
Las noticias que llegan desde Ucrania indican que, lejos de ir perdiendo virulencia, la guerra se recrudece y las infraestructuras del país se degradan a velocidad de vértigo. En cuestión de dos semanas, las empresas han visto saltar por los aires su logística habitual y se plantean "cómo haces llegar a tus clientes mercancía, cuando a nivel aéreo no hay posibilidad y a nivel marítimo surgen obstáculos graves... Además, no se sabe si las conversaciones pueden desembocar en un alto el fuego, o al revés, hablamos de ocupación efectiva a largo plazo". "Por otra parte, si las sanciones perduran y se agravan, van a tener gran repercusión en el coste energía y del carburante... son muchos vectores, pero en definitiva es una desgracia en todos los órdenes y lo mires por dónde lo mires", resume Barros.
Preocupación en el agroalimentario
Ucrania es el principal productor mundial de semillas, harinas y aceites de girasol, y tiene una de las mayores superficies cultivables del planeta. Es el granero de la Unión Europea; según datos del Icex, el 42% del cereal que utiliza el 'club de los 27' se importa desde allí. La Llotja de Reus, alineada con la de Barcelona, ha alzado la voz para recordar que, España en general, y Cataluña en particular, es deficitaria en cereales básicos. Las empresas españolas compran en Ucrania el 30% del maíz que necesitan anualmente, el 17% del trigo, el 60% de aceite de girasol, el 31% de las tortas de aceites vegetales y el 15% de leguminosas en grano.
Dado que la situación bélica impide la carga de los barcos en los puertos ucranianos, las Llotjas catalanas piden a todas las autoridades involucradas, desde la Generalitat hasta Bruselas, que realicen las gestiones necesarias "para evitar una posible situación de desabastecimiento, que se podría corregir mediante la importación de terceros países".
El presidente de la Cambra de Reus, Jordi Just, también ha advertido que, en último término, todo el cóctel se va a traducir en un fuerte brote de inflación y una subida en las materias primas del sector agroalimentario, especialmente relevante en toda el área del Baix Camp: "Sin duda va a afectar mucho en el precio del gas y en la industria integral, ya que se importa mucho cereal en el Camp de Tarragona, en Lleida y también en el resto del Estado". La espada de Damocles es una nueva subida de precios de la materia prima, que ya venía acumulando alzas significativas el año pasado a causa de la crisis de suministros generada por la pandemia.
Margen hasta finales de 2022 en el Port
El Port de Tarragona es una de las principales puertas de entrada a la Península de todo el cereal ucraniano. No obstante, pese a una coyuntura tan negativa en el Este de Europa, sus perspectivas son positivas de cara a 2022, siempre y cuando la pandemia siga bajo control y la agresión rusa no provoque una recesión de la economía europea. Las importaciones de Ucrania (en torno a 850.000 toneladas de cereal) prácticamente se completaron al inicio de 2022 y las restricciones al comercio con Rusia tampoco deberían afectar en demasía: "Son 2,8 millones de toneladas de crudo, carburante y carbón, que en este tipo de negocio no supone una cantidad significativa", valora el presidente de la Autoridad Portuaria de Tarragona, Josep Maria Cruset. En total, Ucrania supone alrededor del 4% del tráfico total del Port.
El cereal llega los meses de diciembre, enero y febrero, de modo que Tarragona ha conseguido esquivar por el momento las huellas del conflicto. Hasta la fecha, el puerto de Tarragona ha recibido alrededor de 700.000 toneladas de la previsión anual, es decir, más del 80%. El grueso es maíz, que posteriormente se destina a la producción de pienso para la industria cárnica de Lleida y Aragón, junto a otras comunidades. Si la situación actual se prolonga hasta finales de este 2022, un escenario improbable, el problema si entrañará mayor gravedad.
Impacto "limitado' en la química
En cuanto a las compañías de la Asociación Empresarial Química de Tarragona (AEQT), la afectación directa a su operativa en Tarragona "por el momento es muy limitada". En la mayor parte de los casos, o bien no se reciben suministros de la zona de conflicto, o bien tienen escaso peso específico y existen alternativas. "Sólo en algún caso puntual, sí que alguna empresa trabaja con materias primas que proceden mayoritariamente del Este de Europa, pero aún así, de momento la producción está garantizada gracias a sus reservas, aunque si se alarga la situación sí podría haber afectación".
Fuentes de la AEQT llaman a la prudencia a la hora de valorar las consecuencias que sí puede tener la confrontación bélica sobre el global de la economía: "Es pronto para ponderar su impacto en los precios internacionales de suministros, materias primas, combustible, petróleo, energía... En caso de alterar el equilibrio de precios, tendrían naturalmente una afectación más directa y generalizada sobre el sector petroquímico de Tarragona, como prácticamente en todos".
Cortocircuito en los pagos
Las transacciones económicas, -tanto en España como en Cataluña-, con Rusia se han visto afectadas seriamente. Aunque no son mercados prioritarios en la balanza comercial, las sanciones impuestas por la UE afectan a nivel indirecto: "Cuesta mucho valorar, pero sabemos de negocios que no pueden cobrar exportaciones realizadas y que estaban pendientes de pago; las empresas rusas tienen problemas para conseguir divisas, dificultades con los bancos, y además les ahoga las caída del rublo... algunas ya han reconocido que con este tipo de cambio no van a poder pagar", describe Roberto Barros desde la Cambra de Comerç de Tarragona. Por su parte, el sector del seguro de crédito se agita compulsivamente, con las compañías contratadas para cubrir los impagados tratando de calcular el volumen de la deuda viva que ha quedado 'atrapada' y que afecta a decenas de emprendedores. Cerca de 15.000 empresas españolas mantuvieron relaciones comerciales con Rusia (9.500) y Ucrania (5.400) por valor de 11.300 millones de euros en 2021, según el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.
Turismo: llueve sobre mojado
La Costa Daurada es el primer destino español del turismo ruso. En 2019, con casi 1,3 millones de pernoctaciones, se convirtió en el tercer mercado extranjero más importante después del francés y británico. La pandemia ha hecho desaparecer a estos turistas casi por completo, y aunque este año tampoco se les esperaba porque Europa no acepta la vacuna Sputnik, un nuevo factor de inestabilidad provoca que llueva sobre mojado: "Será casi imposible venir tanto para el ruso como para el ucraniano, que sienten predilección por nuestro territorio", avanza Xavier Guardià, portavoz de la Federació Empresarial d'Hostaleria i Turisme de Tarragona (FEHT).
Además de continuar a la expectativa de los movimientos de los touroperadores rusos, con una relación muy consolidada en el tiempo, la FEHT también lleva años trabajando mercados de la órbita de la antigua URSS como el polaco o el ucraniano, que miran más hacia el oeste de Europa. "Somos un destino demandado, y nos consta que los clientes tienen ganas de venir, pero habrá que ver qué escenario queda tras la guerra".
Como factor añadido de incertidumbre, se dibuja en el horizonte la competencia de Turquía y Grecia, dos destinos importantes en el sur de Europa y que son de los más dependientes del mercado ruso. "Es posible que, en las próximas semanas, tengan que incrementar sus esfuerzos por captar turistas de otros mercados, por lo que se va a generar mayor competencia y bajada de precios para contrarrestar una eventual disminución del turismo procedente de Rusia", augura Carlos Cendra, director de ventas en Mabrian, plataforma 'smart' de Destinos Inteligentes.