El anuncio de la construcción del mayor electrolizador de España (150 megawatios), -con 230 millones de euros de inversión, a los que se sumarían otros 80 para almacenamiento eléctrico-, que estará operativo en 2025 para alimentar con hidrógeno renovable el polígono petroquímico de Tarragona, ha sido bien recibido en el mundo empresarial y entre la opinión pública, aunque también suscita dudas sobre cómo se podrá alimentar.
Pese a la relevancia de la inversión, que lidera Repsol como punta de lanza del consorcio integrado también por Enagás Renovable, Iqoxe y Messer, nadie despeja una gran incógnita a día de hoy: de dónde va a llegar toda la electricidad verde que necesita una instalación de semejante envergadura. "Hacen falta dos o tres veces el consumo del electrolizador instalado en generación renovable, y creemos que el ámbito del Corredor del Ebro, que reúne Navarra, Aragón, País Vasco y Cataluña permite crear un espacio de consumo de hidrógeno y generación de renovables para poder acoplar sinergias y fortalezas", valora Tomás Malango, director de hidrógeno de Repsol:
El CEO de Inersis, compañía especializada en soluciones de energía fotovoltaica, Antonio Cavallé, considera que "cuando se hace un anuncio de estas características, los ingenieros lo tienen todo solucionado; probablemente se alimenten de algo de fotovoltaica, más PPAs (Purchasing Power Agreement o acuerdos de venta directa) desde el corredor del Ebro, y un agente importante de generación que podría ser Sirusa, con electricidad producida a partir de la incineradora, que se considera verde".
Tecnología en desarrollo
Los expertos consultados por el Indicador ponen en potencial futuro del hidrógeno como sustituto del petróleo, aunque reconocen que, a día de hoy, los métodos para producirlo todavía son bastante ineficientes. Con la tecnología actual se obtiene aproximadamente un 65-70% de rendimiento, es decir, que con un electrolizador que consume 150 Mw se pueden generar unos 100 Mw de combustible en forma de gas.
Según sus explicaciones, para alimentar un electrolizador de 150 Mw se necesitaría tres veces más (450 Mw) de energía de origen fotovoltaico: se requiere el triple porque el sol cubre ocho horas, pero la producción necesita 24 horas de combustible ininterrumpido. Si se tuviesen que producir 450 Mw solares, a modo de ejemplo, serían necesarias más de 1.000 hectáreas cubiertas por placas. En la actualidad no existen esos 450 nuevos Mw renovables en Tarragona; esa energía se produce en las nucleares, y sólo es la mitad de la que consume un complejo como el de Repsol en Tarragona.
Compañías como Enagás están planificando una enorme inversión sustituir progresivamente el gas natural por el hidrógeno, pero para ello la instalación de renovables debe crecer en paralelo a megaproyectos como el de Tarragona. "De otro modo, podemos vernos haciendo funcionar los ciclos combinados a partir del gas natural para generar hidrógeno 'gris', que sería el colmo del absurdo".
Objetivo: un Gigawatio en 2030
En definitiva, los distintos especialistas coinciden en que se trata de una buena apuesta, pero el reto reside en lograr que el origen de la energía eléctrica que alimente los grandes electrolizadores provenga de fuentes renovables. "A corto plazo, montar instalaciones nuevas -pues las actuales ya suministran el consumo habitual-, lo veo casi inviable en un territorio con las increíbles dificultades que plantea la Administración catalana tanto a la fotovoltaica como la eólica", expone Marc Segura, CEO de Solcam Energia, y coordinador de la Comisión de Sostenibilidad i Energía de la Cambra de Comerç de Reus.
"La opción más plausible -analiza Segura- es que el 'site' de Tarragona termine importando la energía excedentaria de otros territorios como Aragón, cuyas grandes instalaciones ya le permiten generar más energía de la que consumen; aquí no ha habido valentía para tomar decisiones que conllevan un desgaste ante la opinión pública, y nadie ha querido explicar que la transición energética conlleva sacrificios e impactos... Se han impulsado ponencias y normativas que al final han derivado en un bloqueo".
En todo el 2021, si se suman todas las fuentes renovables, el aumento de capacidad instalada en Cataluña fue de apenas 90 Mw, y ninguno de ellos eólico. Con este ritmo, el 94% de la energía renovable que hará falta el 2030 tendrá que comprarse fuera. El colapso de las renovables, que se implantan a un ritmo lento e insuficiente, condena a Cataluña a depender en un 80% de grandes proyectos que avanzan a buen ritmo en Aragón. En este sentido, las grandes multinacionales, alineadas en el clúster Chemmed, piden a la Generalitat que les "acompañe" ante el reto energético; se debe tener en cuenta que el nuevo electrolizador se enmarca en una primera fase de la transformación de los polígonos petroquímicos de Tarragona. La idea es instalar hasta un gigawatio en el horizonte 2030, con inversiones -a precios actuales- que pueden superar en su conjunto los 1.000 millones de euros, según fuentes de Repsol.
El peso de los fondos Next Generation
El parón de las renovables, unido al fuerte rechazo en el territorio al transporte eléctrico desde otras regiones a través de líneas de muy alta tensión, ha relegado a Cataluña al furgón de cola de energías limpias. Paradójicamente, el mayor electrolizador de España se va a instalar en suelo catalán. "Si sólo se evalúa el vector de la energía renovable, es evidente que Tarragona no es la mejor ubicación, pero si se tiene en cuenta toda la infraestructura del sector químico en la provincia, esa opción gana mucho peso", analiza Marc Segura. "Un electrolizador no deja de ser una planta química, y todo el ecosistema de empresas y servicios industriales para poderlo construir, además de ser un punto muy relevante de potencial consumo, son factores determinantes para una decisión como ésta", interpreta Antonio Cavallé.
El otro vector crucial es la llegada de los fondos europeos Next Generation, que todavía están en fase de estudio, pero que tendrán en consideración "el tamaño y el tipo de proyecto, y especialmente su solidez". Repsol y Enagás, apoyadas por Messer e Iquoxe, juegan con ventaja en este sentido. Si bien no ocultan la importancia de estas ayudas para la viabilidad del consorcio, aseguran que "la voluntad de llevar adelante esta infraestructura es firme".
Otra cuestión que también se ha puesto sobre la mesa es la reacción de la opinión pública, pues históricamente la provincia de Tarragona, y en especial las Terres de l'Ebre acostumbran a pagar el peaje de la producción energética en Cataluña: "Es verdad que en la medida de lo posible se deben distribuir los impactos negativos, minimizándolos en la medida de lo posible, por todo el territorio catalán, aunque es bien cierto que los aerogeneradores necesitan zonas de viento, y que si la electricidad verde tiene que llegar desde Aragón, no parece fácil que lo haga desde los Pirineos."