Después de que los cuatro primeros meses de 2023 arrojasen cifras incluso mejores que en los registros prepandemia de 2019, la demanda se ha desacelerado en mayo y junio y ha enfriado las expectativas de la Federación Empresarial de Hostelería y Turismo de Tarragona (FEHT) de cara a la temporada alta, cuyo objetivo actual es mantener los números del año pasado. "La guerra de Ucrania y su influencia en el mercado de Rusia y de la Europa del Este ha pesado mucho; no obstante, si no hay ningún inconveniente de última hora, prevemos un verano con unas ocupaciones similares a las de 2022.", expone la presidenta Berta Cabré.
Los viajeros rusos llegaron a ocupar el tercer lugar, -incluso el segundo en determinadas puntas-, en el ránking del turismo extranjero en la Costa Daurada. El portavoz de la FEHT, Xavier Guardià, recuerda que el ruso no era un mercado cualquiera, "ya que éramos líderes a nivel nacional, y eso no es fácil de sustituir". Albert Savé, presidente de la Asociación Hotelera Costa Daurada y Terres de l'Ebre, apunta al turismo nacional y al cliente francés para cubrir ese hueco. Desde la Asociación de Cámpings, su presidenta, Mireia Sans, menciona también el crecimiento de los mercados irlandés y portugués. Con respecto al turista británico, otro de los emisores con mayor peso específico, preocupa el impacto del Brexit y la pérdida de poder adquisitivo de la libra: "Se están adaptando a las nuevas condiciones; creemos que su gasto medio va a ser más bajo porque notan la subida en los vuelos, el alojamiento y, en general, el coste de la vida".
Al igual que en años anteriores se mantiene una tendencia, cada vez más acentuada, del retraso en las reservas, que llegan a última hora e impiden trabajar con mayor previsión. Por otra parte, se deja notar la pérdida de poder adquisitivo por la inflación, lo que se traduce en estancias más cortas: "Son clientes de proximidad que se deciden a última hora y que fragmentan más sus vacaciones", confirma Guardià.
La FEHT, que introduce la buena climatología en Europa como factor que ha ralentizado el arranque de la temporada, confía en que el ritmo de reservas vuelva a la normalidad durante los meses centrales de la temporada alta. El riesgo en un destino con un número tan elevado de camas como la Costa Daurada es que se tengan que mantener los descuentos y las ofertas de inicio de temporada: "Ya hemos padecido una reducción de márgenes de beneficio por la fuerte subida de costes, de modo que esperamos no tener que prolongar más ajustes en los precios, porque incidiría de forma muy negativa en las cuentas de explotación".
Pese a cierta incertidumbre, y desde una perspectiva de prudencia y cautela, las previsiones para julio y agosto están en la línea de 2019. Aunque les está costando despegar más de lo esperado, los empresarios confían en que la recuperación iniciada en 2022 se consolide en esta temporada: "Confiamos en tener una buena temporada; la sensación es positiva, aunque nos tenemos que quitar de la cabeza la idea de batir cada año el récord de pernoctaciones".