"De momento, sólo podemos decir que haremos una fábrica, pero estudiamos el mercado para ver nuestras opciones de expansión; seguro que necesitaremos más, pero como primer paso se tienen que vender bien los coches eléctricos". Con estas palabras, pronunciadas hace dos semanas durante su presentación en Mont-roig del Camp, el director general de Lotte Energy Materials Spain, Lim Taeil, 'enfrió' las expectativas -1.200 millones de inversión y 600 empleos- y de momento sólo confirma una tercera parte de esas cifras: 400 millones y 200 puestos de trabajo entre ingenieros, operadores y personal administrativo.
Es cierto que, si la respuesta del mercado es la que esperan, Taeil y Lotte confían en robustecer el proyecto hasta las tres fábricas anunciadas como centro europeo de producción de elecfoil (finos filamentos de cobre del grosor del cabello humano) "de alta gama", cuya demanda se multiplicará por cuatro en los próximos cinco años, según el análisis de mercado del gigante surcoreano. Las 30.000 toneladas anuales previstas en 2026 deberían llegar a 100.000 en el horizonte 2030.
A día de hoy, Lotte produce en Malasia la mayor parte del elecfoil que se comercializa en Europa. Tarda entre un mes y medio y dos meses en llegar. "Nuestro cliente europeo más grande está en Suecia, y queremos poner el material a su disposición en menos de una semana, por eso vamos a levantar una fábrica aquí que, según nuestras previsiones, estará operativa en octubre de 2025", explica el director general.
Necesidades de materia prima y agua
Los desafíos a los que se enfrenta el equipo de Taeil son importantes: se trata de una industria intensiva en electricidad (que aspiran a consumir de fuentes 100% renovables, incluida su propia planta fotovoltaica), en materia prima (se calcula que necesita unas 2.500 toneladas mensuales de cobre de proximidad, en parte reciclado, puesto que se funde) y en agua (hasta 4.500 metros cúbicos diarios, -al menos la mitad procedentes de una planta propia de regeneración-, que posteriormente, según la empresa, podrían ser reutilizados para otros usos).
Las comunicaciones con Europa, la garantía de suministro de los productos químicos que requieren sus procesos, y el apoyo de la Administración han decantado la balanza a favor del Camp de Tarragona. Ahora sólo falta cerrar los últimos flecos burocráticos para la adquisición de una bolsa de 44 hectáreas en el polígono de Els Comellarets, muy cerca de la AP-7, para que las máquinas comiencen el desbroce y los primeros movimientos de tierra.
¿Falta de transparencia?
No obstante, como ocurre en este tipo de proyectos industriales de gran envergadura, las voces críticas no se han hecho esperar. Según avanzó la agencia de noticias ACN y ha podido confirmar el Indicador de Economía, un reducido grupo de vecinos de Mont-roig del Camp, -entre ellos propietarios de terrenos y representantes de entidades sociales-, ha constituido la Plataforma Defensa Mont-roig (PDM). Sus promotores, preocupados por el impacto del proyecto, han presentado alegaciones la semana pasada al convenio urbanístico aprobado por el Ayuntamiento.
La plataforma, contraria a la implantación de una industria que consideran contaminante y poco sostenible, reclama más transparencia al Gobierno municipal que encabeza el alcalde Fran Morancho (PSC). Además, denuncia presiones para la venta de las fincas donde se ubicará parte de la infraestructura de las plantas industriales. Desde su perspectiva, la llegada de Lotte se ha realizado de forma opaca en lo que respecta al Plan de Ordenación Urbana y a la venta directa de los terrenos, y además no es beneficiosa para el conjunto de la población por su impacto ambiental.
El consumo de agua preocupa especialmente a los vecinos, ya que no se clarifica su procedencia (Ebro, petroquímica, recursos hídricos de Mont-roig... y, una vez usada, los sistemas previstos de regeneración y reutilización). Según la PDM, la nueva instalación industrial pone en riesgo a los acuíferos del pueblo y las reservas estratégicas municipales, especialmente el acuífero Baix Camp.