"El regalo de cumpleaños que me hizo más ilusión fue un pastel de chucherías que me compró mi marido en una panadería", recuerda Montse Calvet. Tanto le gustó que, semanas después, ella preparó uno para una fiesta familiar. "Todos quedaron sorprendidos cuando lo vieron", dice. Eso dio que pensar a Montse y a su marido, Manel Viladrich, que llevaban tiempo buscando una idea para montar un negocio juntos en Tarragona.
Ella llevaba 21 años al frente de una administración de loterías y él era corredor de seguros. Vendieron la correduría y, el 9 de abril de 2011, abrieron la tienda de chucherías La Caseta Dolça en la plaza Corsini de Tarragona. Luego llegó una segunda en Reus y una nave logística en el polígono Riu Clar. Durante trece años mantuvieron también el local de loterías.
La Caseta Dolça funciona bien, tiene nueve trabajadores y cerca de 100.000 clientes anuales, pero este matrimonio emprendedor quiere dar un paso más: busca franquiciados para abrir más tiendas por toda España y Europa. Ya han recibido propuestas de Alemania, Suiza, Polonia, Italia o Francia, países donde no hay costumbre de este tipo de negocios, pese a ser grandes consumidores de dulces.
Calvet y Viladrich miran al futuro con decisión, pero también con cautela: "las prisas son malas consejeras", afirman. Se han marcado un plazo de tres a cinco años para crecer. Han fichado en Madrid a una directora de expansión y a un director de franquiciados para atarlo todo y han elaborado un manual como patrón para aquellos que se sumen a su proyecto. "Nosotros somos una empresa tradicional, familiar, de toda la vida, y buscamos este perfil en nuestros franquiciados", explica Calvet.
Están dispuestos a expandirse por cualquier parte, sin restricciones territoriales, siempre que los responsables de las futuras tiendas "funcionen como lo hacemos nosotros". "Les daremos formación en Tarragona y les acompañaremos y ayudaremos en todo lo que sea posible. Les facilitaremos las cosas para que tengan menos trabajo y puedan conciliar su vida familiar", cuenta Calvet.
Nicho de mercado fuera de aquí hay. "Las tiendas de Tarragona y Reus son un banco de pruebas. Tenemos clientes nacionales que nos compran chucherías para enviarlas a Suiza o Alemania, y vienen también muchos turistas franceses e italianos -estos llegan sobre todo en crucero-. Les encantan nuestros productos y en sus países no se venden, así que ¿por qué no montar algo allí?", afirma Viladrich.
Uno de los requisitos para quienes se animen a emprender es que la marca debe ser sí o sí La Caseta Dolça o, en todo caso, La Casita Dulce. "Podemos adaptarla, de algún modo, a cada país, pero nada de poner el nombre en inglés, eso seguro", señala Viladrich.
Los responsables de la empresa tienen claro también que "no vamos a permitir jamás que ninguna de nuestras acciones se ensucie de barro político. Cuando hemos necesitado ayuda como autónomos que trabajaban 20 horas al día nunca la hemos tenido. Al contrario, todo han sido palos en las ruedas. Así que ni se va a poner la medalla Cataluña porque hemos iniciado el proyecto inicial aquí ni otra comunidad aunque nos reciba con los brazos abiertos. Como decía aquel, uno no es de donde nace, sino de donde pace".
La Caseta Dolça está especializada en chucherías de toda clase, desde los tradicionales regalices o nubes hasta dulces veganos. "Ahora que los constipados están a la orden del día vendemos muchos caramelos sin azúcar. Somos una tienda profesional de golosinas, no un supermercado. Si a un cliente le duele la garganta le recomendamos que se lleve un caramelo de miel y limón y si tiene tos, uno de eucaliptus", concluye Calvet.
Tartas de golosinas de elaboración propia
La Caseta Dolça se distingue por sus tartas y ramos de chucherías de elaboración propia. Los preparan combinando colores o formando figuras, de uno o más pisos. Entre sus múltiples propuestas hay uno con forma de corazón compuesto por besos azules de Haribo, corazones melocotón, corazones de fresa y nata y nube azulada alrededor; o uno que representa el escudo del Barça, con nubes azulgrana, corazones de Haribo, limones con azúcar, manzanas, estrellitas de Haribo y moras pintalenguas.
Ha creado pasteles de hasta 20 pisos para clientes de Hard Rock Café de Barcelona. "Cuando lo bajamos de la furgoneta para entregarlo, la gente que pasaba por la calle se acercaba a verlo", recuerda Viladrich. La Caseta Dolça vende también bolsas de golosinas y velas para cumpleaños, chocolates o muñequitos de PVC.