El nuevo presidente del Port de Tarragona, Josep Maria Cruset, se encontrará con una 'patata caliente' esperándole en su nuevo despacho: se trata de la polémica sobre la ubicación de la futura terminal de cruceros. A corto plazo, la opción del Moll de Balears parece la escogida como solución de urgencia, mientras que el contradique de Els Prats, en Vila-seca, avanza posiciones frente al Port Esportiu de Tarragona.
A día de hoy, la idea del Port es que de forma provisional, a partir de 2020 y durante 15 años, se aproveche la construcción del futuro contradique de Els Prats -junto al pantalán de Repsol, en el término de Vila-seca- para crear un muelle de atraque utilizable por los cruceros. Esta opción, al menos inicialmente, no contemplaba la construcción de una terminal de pasajeros, si bien las presiones del Ayuntamiento de Vila-seca y de la industria turística de la Costa Daurada abren nuevos escenarios. La dársena definitiva, como ampliación del dique de abrigo del Port Esportiu de Tarragona, se baraja a muy largo plazo.
No obstante, el importante retraso que arrastra el contradique de Els Prats ha provocado que la Autoritat Portuària se plantee una fase anterior para los cruceros en el Moll de Balears. Así lo ha confirmado el conseller de Territori i Sostenibilitat, Damià Calvet, que ha situado el posible inicio de la licitación y posterior ejecución del proyecto del contradique y de la nueva Zona de Actividades Logísticas (ZAL) más allá del 2019. Calvet, que acudió a Tarragona la semana pasada para hacer público el nombramiento de Josep Maria Cruset, entiende que "en una planificación a largo plazo de altísima complejidad no tiene sentido la discusión sobre la ubicación definitiva de la terminal de cruceros, ya que existen demasiados factores que pueden alterar esa decisión y que al final se la lleve el viento".
Los expertos consideran que Tarragona podría ser el lugar idóneo para operar como segunda base bajo la estela de Barcelona
La idea actual del Govern, tras la solución de urgencia en el Moll de Balears "para mejorar a corto plazo una operativa que ahora se hace complicada", es centrarse en todo el desarrollo que conlleva la ZAL como el contradique, el Plan Especial de Infraestructuras y todas las medidas ambientales previstas para la mejora del entorno natural y del impacto ambiental.
"Creo que, desde una voluntad de consenso, se manejan alternativas adecuadas con planes temporales diferentes, por lo que el mismo calendario elimina la controversia", explica el presidente entrante con respecto a los roces surgidos por la competencia entre Tarragona y Vila-seca. "Nos podemos perder por el camino en debates estériles y perder de vista el activo, que son los cruceros y es lo importante", ha advertido Cruset.
El despegue de Tarragona en el mercado de cruceros, -con más de 80.000 viajeros previstos en este 2018-, no ha pasado inadvertido. De los 20 puertos más importantes del mundo en este subsector turístico, diez son europeos. De esos diez, tres son españoles: Barcelona (2,7 millones de cruceristas), Mallorca (casi 2 millones) y Las Palmas de Gran Canaria (1,1). En este contexto, los expertos consideran que Tarragona podría ser el lugar idóneo para operar como segunda base bajo la estela de Barcelona.
La alternativa: una inversión privada
Un fondo de inversión australiano con experiencia en el sector de las infraestructuras, de la mano de un grupo promotor local, se ha interesado por la futura dársena de cruceros de Tarragona. La propuesta empresarial pasa por acelerar los plazos previstos y construir por iniciativa privada y bajo régimen de concesión la futura terminal que contempla el Plan Director como extensión del actual Port Esportiu de Tarragona. Los promotores de la idea se han inspirado en los flujos observados en EEUU y ven a Tarragona como un emplazamiento ideal como satélite para suavizar la saturación de Barcelona. El puerto con más tráfico de cruceros del mundo es Miami con casi 5 millones de viajeros; sin embargo, apenas a 40 kilómetros se sitúa Port Everglades, el tercer puerto a nivel mundial con 3,8 millones de cruceristas. Eso da una idea del potencial de Tarragona si es capaz de aprovechar el tirón de Barcelona a través de un salto cualitativo en el nivel de sus instalaciones.