Juan Pedro Díaz
Gerent de l'Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT).
Oportunidades y amenazas conviven en el horizonte de la industria química de Tarragona para este 2022. Venimos de dos ejercicios en los que el sector se ha demostrado esencial, no sólo para el conjunto de la ciudadanía por los productos que fabrica, sino también para el territorio, gracias a la solidez que ha aportado a la economía en tiempos de crisis.
El sector ha mantenido puestos de trabajo, y a lo largo de 2021 ya recuperó los niveles de producción y demanda previos a la pandemia. Una vez más, se demuestra que la industria en general, y la química en particular, resiste mejor y se recupera más rápido de las crisis, lo que aporta resiliencia a las economías en las que está presente.
El sector ha vuelto a demostrar solidez en tiempos de crisis, pero necesita solucionar hándicaps como los costes energéticos para seguir siendo competitivo
También a nivel de futuro las perspectivas siguen siendo buenas a nivel de demanda. Se sabe que el sector químico será, a nivel mundial, el que más crecerá durante esta década. Un crecimiento del que Tarragona puede participar si se dan las condiciones. De ahí que este 2022 deba considerarse un año de oportunidades.
Muchas de ellas se reflejan en el Plan Estratégico que la AEQT puso en marcha en 2021, y del que durante este 2022 veremos notables avances en cuanto a su ejecución, en áreas como la competitividad, la innovación, la tecnología, la protección medioambiental, la seguridad o la divulgación y el diálogo con la sociedad.
Del balance entre oportunidades y amenazas dependerá, en buena medida, el futuro de la industria química en nuestro territorio
Los nuevos sistemas de mejora continua en seguridad y en medio ambiente, las formaciones en factor humano, el nuevo máster en seguridad de procesos, nuevas iniciativas en materia de divulgación, transparencia y diálogo con el entorno... son sólo algunas de las iniciativas del Plan que el sector, a través de la AEQT, tiene previsto poner en marcha este año.
Sin olvidar la transición energética. 2022 debe ser el año en el que el propio sector y sus empresas, y también la Vall de l'Hidrogen en general, demos pasos visibles y decididos, tanto en la definición y concreción de proyectos, como en la obtención de fondos europeos.
El sector, por tanto, tiene una hoja de ruta clara y definida para generarse y aprovechar las oportunidades que ofrece el año. Pero existen también en el horizonte algunas amenazas que se deben resolver y que no dependen -o no exclusivamente- de la industria. En materia de transición energética, por ejemplo, 2022 debería concretar una hoja de ruta consensuada, ambiciosa y viable que impulse la generación de renovables.
También debe ser el año de la implantación, al fin, de las redes cerradas de distribución eléctrica: la resolución de las alegaciones debe resultar en un reglamento eficaz y útil que de una vez por todas elimine esta barrera a la competitividad que las empresas que operan en España llevan sufriendo desde 2009.
Otra cuestión es el precio de la energía, ahora mismo insostenible, lo cual no sólo puede frenar de forma grave la recuperación económica, sino que también aleja la llegada de nuevas inversiones e incluso podría obligar a interrumpir actividades y a poner en riesgo puestos de trabajo.
Tampoco ayudan a generar certidumbre ni a hacer de esta tierra un emplazamiento competitivo medidas como la moratoria a la instalación o ampliación de incineradoras, o el anuncio de un nuevo impuesto sobre el CO2. Cuestiones ambas que, además, en este caso se circunscriben exclusivamente al ámbito de Catalunya, con lo que en este caso la pérdida de competitividad no es ya con respecto a otras zonas del mundo o de Europa, sino directamente del resto de España.
Oportunidades y amenazas, pues, se dan cita en este 2022 que debe consolidar la recuperación. De si pesarán más unas u otras y de cómo se resuelvan dependerá, en buena medida, el futuro de la industria química en nuestro territorio.