Joaquim Riudeubas Salvat
President de FEAT
La jornada técnica organizada por FEAT el pasado día 21 de mayo fue muy positiva y debía contribuir y de hecho contribuyó a que los transportistas tuvieran una información sobre lo que les vendrá encima cuando Europa prohíba en 2035/2040, la fabricación de vehículos diésel. Aprendimos mucho en cuanto a nuevos carburantes y los motores de nuevos vehículos.
Lo cierto es que la opción del vehículo eléctrico nos obligará invertir en vehículos que, como poco, triplican el coste actual de los vehículos diésel y reduce considerablemente su potencia y autonomía, aparte de que precisa mucho tiempo para recarga... mucho más que un simple repostaje de los vehículos actuales.
Esta opción trae consigo el hecho de "tirar a la basura" las flotas actuales y comprar vehículos nuevos que, si queremos amortizarlos nos obligará a como poco subir las tarifas en un 150/200%. Ello es inadmisible y necesitaremos ayudas muy importantes por parte de unas administraciones que han demostrado que no somos importantes para ella, y de hecho hay muchas ayudas pendientes de cobro.
La opción de combustibles alternativos nos hace albergar un punto de esperanza puesto que somos un sector muy débil a pesar de lo importante que somos para la sociedad. ¿Qué haríamos sin camiones? ¿Quién suministraría? ¿El tren? Imposible cuando su cuota en el mercado no llega actualmente ni al 5%.
La jornada de FEAT supuso poner encima de la mesa los problemas que nos vamos a encontrar a partir de hoy mismo y todo el sector tiene que reflexionar sobre el futuro, y confiar en que Europa, que conoce perfectamente nuestros problemas nos ayude a efectuar el cambio, teniendo en cuenta que el sector en su mayoría está formado por PYMES, autónomos y empresas familiares que muy posiblemente desaparezcan, en beneficio quizás de grandes empresas y grandes flotas, pero ello nunca será una solución.
A largo plazo el futuro que quieren las administraciones es "eléctrico", pero creemos que los políticos deberían fijar objetivos, dejar trabajar a los ingenieros y, sobre todo, huir de proyectos faraónicos y sin sentido.