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El inicio del segundo mandato de Donald Trump y su amenaza de subir los aranceles a la Unión Europea -con México y Canadá como punta de lanza- ha reavivado el fantasma de una guerra comercial como la vivida en 2019 por el conflicto Boeing-Airbus que, en función de su escala, puede producir un impacto relevante en varios de los pilares productivos de la economía de Tarragona.
A falta de que se conozcan los detalles concretos de esta escalada en los gravámenes de Estados Unidos a los productos importados, el presidente sorprende a diario con sus 'ocurrencias' en una situación de tensa espera marcada por la incertidumbre, que como es sabido, es la peor enemiga del crecimiento económico. Según los analistas de BBVA Research, el impacto directo sobre la economía española se prevé limitado, dada la relativa menor exposición comercial respecto al resto de países de la eurozona.
Sin embargo, pueden existir efectos indirectos por la mayor vulnerabilidad que presentan socios comerciales importantes, por no mencionar que una guerra comercial conlleva incertidumbre y, habitualmente, una caída en el ritmo de la inversión en el sector industrial. En este sentido, el foco se sitúa sobre todo en el efecto sobre la ya maltrecha industria alemana, a la que las exportaciones catalanas sí que son muy sensibles.
La exposición española al comercio con EEUU es casi la mitad que la media europea y sólo supone un 5% de las exportaciones nacionales. No obstante, un sector capital para la economía de Tarragona como la industria petroquímica se situaría entre los más afectados, con el agroalimentario (en especial aceite de oliva y vino) y los proveedores de automoción también muy preocupados por la deriva de los acontecimientos.
50% de la producción hacia EEUU
Sin querer pronunciarse todavía ni realizar estimaciones, la patronal química Feique recuerda que más del 70% de su cifra de negocio emana de las exportaciones, por lo que siguen "con extrema atención" y notable inquietud la hoja de ruta de Trump. Los productos químicos, fabricados en Cataluña, y los bienes de equipo (Comunidad Valenciana, Madrid y País Vasco) padecen la mayor exposición. Si las cifras de BBVA Research son correctas, el 54,2% de la producción química de España tiene EEUU como destino, y casi la mitad de ella se produce en Cataluña, lo que en este caso prácticamente equivale señalar a Tarragona.
La Asociación Empresarial Química de Tarragona (AEQT) ya había vaticinado un año difícil en los mercados, tras una caída de ventas en 2024 de entre el 20 y el 30% por la competencia de precios con EEUU y China. El sector afronta 2025 con enormes inversiones en el aire -se calcula que se necesitan 5.000 millones de euros para descarbonizar el 'hub' petroquímico de Tarragona- en un escenario de incertidumbre por la presión fiscal, la obsoleta infraestructura eléctrica, y la lentitud de las subvenciones para la modernización del tejido industrial. "Evidentemente, un escenario de subida de aranceles que nos hace menos competitivos en un mercado como EEUU no sería una buena noticia para Tarragona", exponen desde la AEQT.
Distintos expertos consultados por el Indicador ya habían avanzado que se iban a tensar las relaciones comerciales, con un Estados Unidos menos proclive a seguir alimentando los procesos de globalización. En este contexto, Europa lleva todas las de perder, convertida en un 'enano' político y económico y cuyos problemas van a seguir agrandándose si no se aplican eficazmente recetas como las recomendadas por el 'informe Draghi' para la regeneración del tejido industrial.
Desprecio al 'Green Deal' europeo
A medio plazo, de confirmarse los planes aireados por el nuevo presidente estadounidense, el problema de competitividad no deriva sólo de las barreras arancelarias, sino también del desprecio por el Green Deal europeo y su negacionismo climático. Mientras la industria europea afronta estratosféricas inversiones -el ejemplo de la Ecoplanta de Tarragona es un buen ejemplo, con una inversión de 800 millones de euros recién autorizada- encaminadas a borrar su huella de carbono en 2050, la 'doctrina' Trump prefiere mirar para otro lado bajo la promesa de fulminar todas aquellas regulaciones que incentivaron las ventas de vehículos eléctricos en el país y priorizar los combustibles fósiles como eje de la economía.
Al igual que la petroquímica, la industria de la automoción europea -y en especial el avance del coche eléctrico- recibe malas noticias. Fuentes de este sector indican que "todavía es pronto para evaluar la repercusión sobre los fabricantes de componentes de Cataluña y Tarragona, el escenario no invita al optimismo con la UE preparándose para una posible restricción comercial. En 2024, Europa vendió algo más de 800.000 vehículos ligeros en Estados Unidos, por encima de Canadá. Esta cifra supuso más unidades que el total de coches fabricados en Canadá. Grupo Volkswagen -desde México-, Mercedes Benz y BMW suman el 73% del total, con Volvo (Grupo Geely) por detrás tras vender 110.000 coches procedentes de sus plantas en la UE.