La industria química de Tarragona, que significa el 25% de la española, el 50% de la catalana y el O,7% mundial no olvidará fácilmente este 2020. Tras el enero 'horribilis' por el accidente de Iquoxe, el actual estado de alarma y el confinamiento a escala internacional ponen a prueba las costuras de uno de los sectores que, -pese a un escenario demasiado impredecible para multinacionales que buscan entornos estables- mejor está resistiendo un temporal llegado en forma de virus.
La crisis sanitaria sanitaria ha alterado los planes de producción del polo petroquímico de Tarragona en respuesta a los profundos cambios en la demanda. Con carácter general, el incremento en los derivados dirigidos al sector sanitario no logra equilibrar la caída por los efectos de confinamiento -menor necesidad de combustibles- y las paradas en la fabricación de automóviles, industria o construcción. Incluso en Messer o Carburos Metálicos, pese al pico experimentado por los gases medicinales, se enfrentan a una ecuación en la que decae el consumo de gas industrial, el alma del negocio.
La incertidumbre sobre la 'desescalada' y el grado de profundidad de la crisis post-coronavirus castiga la capacidad de planificación de grandes compañías como Repsol, Dow y Basf, incómodas ante la obligación de moverse forzosamente en un "mercado revuelto en el que resulta complicado hacer previsiones". "Por el momento la demanda -explican fuentes de la Asociación Empresarial Química de Tarragona (AEQT)- resiste, algo débil, pero nadie tiene una bola de cristal para asegurar la tendencia de los próximos meses". "Hoy por hoy, las unidades de combustibles -describen desde Repsol- siguen todas en servicio, aunque adaptadas a la disminución de pedidos en algunos productos, y en cuanto a los químicos no combustibles aumenta la demanda de materiales vinculados a la alimentación, higiene, usos para farmacia y 'textil' de uso médico".
El propileno y etileno que se produce en Tarragona está presente en la cadena de fabricación de un enorme abanico de material médico. Desde las bolsas de suero, mascarillas, gorros, pañales, jeringuillas, equipos de protección individual... hasta respiradores y gases medicinales. Además de esas líneas de productos médicos, las medidas para frenar el coronavirus tensionan otras como el packaging (plástico y papel para envases y recipientes de todo tipo), los precursores para desinfectantes o sustancias para potabilización del agua.
En este sentido, Ercros ha experimentado un aumento de más del 40% interanual en la producción de lejía (hipoclorito de sodio) y alzas relevantes en la sosa cáustica y el salfumán (ácido clorhídrico). Covestro -antigua Bayer- también ha sido capaz de reaccionar al pico de demanda y Basf ha transformado su proceso productivo en la planta de la Zona Franca (Barcelona) para fabricar hidrogel de uso sanitario.
30% de teletrabajo
Según la AEQT, todo el sector ha extremado las medidas de prevención que se llevan aplicando desde ante incluso de que se decretase el estado de alarma. "Los turnos se han reducido al mínimo, sin contacto entre ellos, para operar en condiciones de total seguridad, y se han activado protocolos de desinfección continua". El teletrabajo es el denominador común en todas aquellas tareas que no requieren presencia física, en torno al 30% de una plantilla que ronda 6.500 personas.
El resto (40%) hasta los 11.000 empleos directos de media que genera esta industria en Tarragona corresponde a empresas auxiliares que se han visto muy tocadas por Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). Los sindicatos calculan que en torno al 75% de estos trabajadores se han visto salpicados de un modo u otro por medidas de flexibilidad o, directamente, la suspensión de los contratos. "Buscamos -informa Repsol, a modo de ejemplo- reducir al máximo la movilidad en el interior de nuestras instalaciones y limitar la presencia de gente; todos aquellos trabajos que no son esenciales han quedado pospuestos".
Prueba de responsabilidad social
La batalla contra el Covid 19 está poniendo a prueba las bases de la responsabilidad social corporativa (RSC) de un sector químico que llegaba a marzo necesitado de una mejora en su reputación. En este sentido, las empresas de la Asociación Empresarial Química de Tarragona (AEQT) iniciaron abril con la donación de 12 respiradores y material de protección (EPIs) por valor de más de 300.000 euros. Además de este gesto conjunto, entre otros casos, Basf ha puesto a disposición de la sanidad pública 10 toneladas de hidrogel; por su parte, Dow y el Hospital Joan XXIII de Tarragona acaban de firmar un acuerdo de colaboración que permite al centro sanitario disponer de más recursos. La aportación se destina a la adquisición de equipos de tecnología y EPIs.