La espirulina era un alimento preciado por los aztecas y los mayas y ahora también la consumen los astronautas de la NASA. La empresa Microalgae Lab de Tarragona ha puesto en marcha una planta piloto de 300 metros cuadrados para cultivar esta microalga cerca del estadio del Nàstic, en el camino de la Budellera, con capacidad para producir unos 500 kilos al año. Creada en 2020, es la primera de estas características establecida en Catalunya.
La espirulina tiene más de un 65% de proteína de alta calidad: por cada 100 gramos de peso hay 66 gramos de proteína vegetal. Posee efectos antioxidantes y antiinflamatorios, y "tiene más hierro que las lentejas y un amplio complejo vitamínico y oligoelementos.", explica Mario Muñoz, CEO y uno de los dos socios y miembros de la empresa.
Microalgae Lab comercializa este alimento en polvo, fideos, comprimidos sin aditivos o fresco. Cuenta con una tienda online (microalgaelab.com) y distribuye a compañías de los sectores alimentario, cosmético o de nutracéutica, así como a particulares para su consumo diario.
La empresa tarraconense comercializa este 'superalimento' en polvo, fideos, comprimidos o fresco
Con precios de venta al público que van desde 14 euros por un tarro de comprimidos de 60 gramos hasta 24 euros por un paquete de fideos de 125 gramos, explora diferentes tipos de microalgas como complemento nutricional y se enfoca en la alimentación 4.0, "adelantándose a los requerimientos que pueda exigir el mercado".
Dispone de unas innovadoras instalaciones autosostenibles que emplean agua de lluvia y energías renovables
Su voluntad es expandirse más allá de la espirulina y trabajar con diez especies de microalgas. Muñoz asegura que ya tienen autorización del departamento de Acció Climàtica de la Generalitat de Catalunya "para poder trabajar y comercializar sus productos y subproductos como bioactivos".
Con una inversión inicial de más de 200.000 euros, la empresa dispone de unas innovadoras instalaciones autosostenibles que buscan la circularidad mediante el empleo de agua de lluvia y autogeneración eléctrica 100% renovable.
"Desarrollamos un cultivo eficiente y rentable, respetando el equilibrio ecológico y minimizando la huella ambiental. Ni generamos residuos ni aportamos dióxido de carbono, puesto que por cada tonelada de microalgas producidas se secuestran dos toneladas de CO2", se puede leer en su web.
La investigación es uno de los puntales de la compañía tarraconense, con un doctor en química que lidera una I+D que ya está dando sus frutos Extraen de la espirulina un bioactivo denominado ficocianina que ahora están purificando para el sector farmacéutico.
"La ficocianina es un pigmento azul fotosintético de origen natural, con un 50% de proteína vegetal y propiedades antinflamatorias, neuroprotectoras y antioxidantes. La extraemos mediante un proceso natural y una parte la reaprovechamos para hacer piensos para peces de piscifactorías", cuenta Muñoz.
Microalgae Lab tiene planes de crecimiento: se ha sumado a la aceleradora de statups de Redessa StartSud, en Reus, con la finalidad de proyectar y montar plantas a tamaño industrial para terceros y comprarles después toda la producción para encargarse de procesarla y comercializarla.
La espirulina, considerada un superalimento, tiene un enorme potencial, su consumo va al alza en todo el mundo y sus principales productores están en Asia y Sudamérica. En España, pese al creciente interés por alimentos a base de semillas, algas o microalgas, su cultivo es prácticamente residual.
PERFIL PROPIO
Mario Muñoz, máster en energías renovables y eficiencia energética, decidió montar Microalgae Lab porque, asegura, vio en las microalgas "un campo muy interesante" y "para poder investigar y desarrollar todas sus aplicaciones. La empresa está formada por él y su socio, un doctor en Química que lidera la estratégica área de I+D. "Ser emprendedor no es fácil en este país, pero hay que picar piedra para conseguir las cosas", dice. Y afirma que su proyecto necesita "difusión porque es muy bonito, sostenible y saludable".