Sólo cuatro del 'top 50' de los gigantes tecnológicos globales son europeos. La UE apenas aparece en los rankings de liderazgo de ninguna de las 100 tecnologías críticas de nuestro tiempo, lo que muestra la cruda realidad de una brecha creciente frente a competidores como EEUU y China. Ante esta situación, Mario Draghi, -el legendario 'Súper Mario', salvador del euro durante la crisis de deuda de 2011 desde la cúpula del BCE-, ha condensado en 300 páginas su visión sobre el futuro de la competitividad europea. Su lectura atenta supone un tremendo jarro de agua fría; un baño de realidad que no debería dormir olvidado en un cajón cuando la supervivencia del modelo europeo del Estado de bienestar está en juego.
El ya bautizado como 'informe Draghi', -presentado el pasado mes de septiembre y cuya síntesis se puede leer en el despiece adjunto-, ha supuesto un terremoto que pone el foco en la innovación, la industria y la autonomía estratégica para relanzar la competitividad europea y recortar distancias frente los gigantes estadounidenses y chinos. No será un camino fácil, y tampoco barato: propone destinar a este fin hasta 800.000 millones de euros al año de inversión adicional. Alrededor de un 4,7% del PIB de la UE en 2023. Más del doble de lo que supuso el Plan Marshall.
En este contexto de grandes compromisos internacionales y cifras estratosféricas, conviene revisar si Cataluña y Tarragona están alineadas con las prioridades que marca el gurú de la UE para los próximos años. El Colegio de Economistas de Cataluña (CEC) ha valorado positivamente la perspectiva ejecutiva y la concreción de las 'recetas' de Draghi, aunque subraya la dificultad de que el enorme dinosaurio europeo -asfixiado por la burocracia y la hiperregulación- pueda moverse con la agilidad deseada: "Hoy por hoy, la UE no está preparada, a efectos de integración económica, para llevarlo a la práctica".
Argumentos bien conocidos en Tarragona
En Tarragona, varios aspectos que remarca el informe, como la importancia crítica del incremento de las capacidades industriales del territorio, el impacto los precios de la energía o las posibilidades económicas que abre la ambiciosa agenda europea de descarbonización suponen una melodía recurrente que entona el sector químico. Tanto la Asociación Empresarial Química de Tarragona (AEQT) como la patronal nacional Feique (Federación Empresarial de la Industria Química Española) llevan años clamando en el desierto "con argumentos que, por fin gracias a una voz tan autorizada como la de Draghi, parecen contar con el soporte institucional y político necesario".
Las grandes multinacionales con sede en Tarragona (con Repsol, Dow y BASF como punta de lanza) prevén inversiones de cientos de millones de euros ligadas precisamente a las energías limpias y a sus ambiciosas agencias de descarbonización. Sus principales directivos han reiterado cada vez que han tenido oportunidad la necesidad de una gran inyección de dinero público -en la línea del IRA (Inflation Reduction Act) estadounidense- para apalancar la inversión privada, con menos rigideces administrativas que las padecidas con los Next Generation UE.
Sectores emergentes
Junto con la innovación tecnológica y la digitalización, marcadas en rojo para tratar de reducir el abismo que hoy separa a Europa de sus principales competidores, que en el Camp de Tarragona comienza a arrojar algunos resultados esperanzadores gracias al Clúster TIC Catalunya Sud -ver página impar-, el informe Draghi pone el acento en otros sectores estratégicos para la economía de Tarragona como el transporte y la logística -con grandes proyectos muy avanzados como la Zona de Actividades Logísticas (ZAL) del Port de Tarragona, y otros en su área de influencia, junto a los existentes en el Baix Penedés-, la automoción -con Idiada 2 por bandera- o inversiones de tecnología punta como la prevista en Mont-roig con el aterrizaje de la surcoreana Lotte Energy Materials.
Las recetas de 'Súper Mario'
Sectores estratégicos. El informe enumera diez sectores clave: energía, materias primas críticas, digitalización y tecnologías avanzadas, industrias de alta intensidad energética, tecnologías limpias, automoción, defensa, espacio, sector farmacéutico y transporte. Las recomendaciones no son vinculantes.
Industria. La nueva estrategia industrial que propugna Draghi pasa por acelerar la innovación, abaratar los precios de la energía, aprovechar las oportunidades industriales a partir de la descarbonización, reforzar la seguridad y reducir la dependencia estratégica de terceros.
Energía. La descarbonización debe entenderse como fuente de crecimiento, con el objetivo final de reducir los costes energéticos. Europa debe acelerar la transición de manera eficiente con tecnologías que incluyen tanto la renovables como la nuclear, el hidrógeno o la bioenergía, así como soluciones para la captura, almacenamiento y uso del carbono.
Materias primas. La UE necesita desarrollar una política exterior económica, la llamada 'diplomacia de los recursos' para reducir su dependencia y vulnerabilidad en el acceso a las materias primas vitales y garantizar las cadenas de suministro, sin olvidar el «potencial» interno disponible a través de actividades como la minería, el reciclaje y la innovación de materiales alternativos.
Innovación. Europa necesita un enorme impulso en tecnologías digitales para ponerse al día en comparación con otras potencias, en especial con EEUU y China, ya que va muy rezagada en campos como los servicios en la nube o la Inteligencia Artificial. Su receta requiere aumentar la inversión en I+D, dar mayor respaldo a las universidades a la vanguardia de la investigación, y facilitar el crecimiento de empresas innovadoras, así como la gestión de derechos de propiedad intelectual.
Inversión. El cambio requiere la movilización de inversión privada con una mayor integración de los mercados de capitales en materia de fiscalidad, supervisión o insolvencia. Draghi llama a financiar de forma conjunta inversiones en bienes públicos comunes, como interconexiones energéticas o equipamientos de defensa, y defiende que podría emitirse deuda pública europea como se hizo con el instrumento extraordinario Next Generation EU.
Modelo social. El Estado del Bienestar europeo salvaguarda servicios públicos, protección social, vivienda o transporte, mientras que evita que la política industrial que busca competir en la escena global ahogue la competencia o reduzca salarios.