Joan Torras
Professor associat de finances d’EADA Business School
Para recuperar la economía de la zona euro, el Banco Central Europeo (BCE) comenzó a bajar los tipos de interés en 2011 y desde 2016 los tiene prácticamente al 0%. Ello favorece a familias, empresas y administraciones endeudadas. Pero provoca que el rendimiento que las entidades financieras logran por su negocio bancario básico (guardar depósitos y dar créditos) sea muy bajo y que su rentabilidad total sea persistentemente inferior al retorno que los inversores exigen. Beneficios que se reducen y costes de estructura sobredimensionados.
La banca ya no es sostenible tal y como la conocíamos: la tecnología la ha dejado obsoleta
La banca ya no es sostenible tal y como la entendíamos y estamos asistiendo a un fenómeno de concentración de entidades financieras como la reciente CaixaBankia. La tecnología, que a raíz de la pandemia ha irrumpido en nuestras vidas de una forma sutil, nos ha mostrado que el mundo financiero tal y como lo conocíamos ha quedado obsoleto.
Para sanear los balances de los bancos entran en juego estrategias que intentan ganar oxígeno, por un lado, reduciendo sus costes: las mencionadas fusiones entre entidades, ERES, cierre de oficinas o venta de las propias oficinas para quedarse como inquilinos, forzar a los clientes a operar a distancia... y por otro, diversificando su negocio para ganar ingresos adicionales colocando productos que nada tienen que ver con la banca como seguros, alarmas, o productos electrónico.
Las Fintech son una alternativa eficiente que nos libera de la cautividad a la que nos somete el sector bancario
En medio de esta reconversión irrumpen las Fintechs, empresas que han troceado el negocio bancario, y se han centrado en una parte muy pequeña de éste, ofreciendo un servicio alternativo digital, cómodo, intuitivo y muy eficiente. Aprovechan la tecnología para reducir costes al máximo, cosa que se traduce en prácticamente cero comisiones, y, por otro lado, crean una interface digital muy intuitiva.
Estas empresas se dividen en verticales, y cada vertical representa una parte del negocio bancario. A modo de ejemplo: para sistemas de pago tenemos paypal o stripe, para plataformas de inversión tenemos Etoro, para divisas digitales podemos usar Coinbase, para préstamos a empresas o consumidores kabbage o lending club, y así podríamos continuar poniendo ejemplos digitales eficientes para cada rama del negocio bancario. Incluso existen bancos Fintech, como N26, que tienen ficha bancaria europea y las cuentas están protegidas por el fondo de garantía de depósitos.
Mientras, la banca tradicional ha adoptado la digitalización para mejorar su negocio vía comisiones, a modo de ejemplo: si antes queríamos un certificado de titularidad de una cuenta bancaria, íbamos a la oficina, imprimían un papel, lo firmaban y te lo daban en mano, ahora se hace mediante su página web, y pagando 2€, la aplicación genera un PDF con una firma digital, y sin papel, es decir, pagamos 2€ para que una máquina te diga que tu cuenta corriente es tuya cuando antes era gratis.
La irrupción de las Fintech en el panorama bancario actual no sólo es inevitable sino que es beneficiosa y hasta necesaria. Beneficiosa porque supone una alternativa más eficiente que la banca tradicional a la hora de tramitar ciertos servicios financieros y necesaria porque el hecho de que exista ya nos libera de la cautividad a la que nos somete el sector bancario. Así también lo refleja el reciente estudio presentado Retos y amenazas del sector FinTech en España, realizado por EADA Business School.