Roberto García Casado
Director de Casado & López Consulting
Muchas épocas cuentan con personajes que en cierto modo cambian el azar y la fisonomía del mundo y su porvenir, las reglas y sentidos también. Unos, ya es simplificar, lo hacen en pos de la humanidad (o sea esa cosa etérea e inconcreta), otros por el ego y otros por intereses distintos; la casuística es enorme. También los traidores y conspiradores ayudan más de lo que pensamos a ese cambio del mundo; y se equivocan quienes creen que el karma pone tarde o temprano a cada uno en su sitio. Descubrí a Basil Zaharoff al leer sobre Isaac Peral, una historia de traición impresionante. Entonces no se había inventado la lista Forbes, en la que seguro ocuparía posiciones primerísimas. Zaharoff, hombre de origen desconocido, de instinto y sin reparos ni escrúpulos, también conocido como 'el mercader de la muerte', ejerció oficios varios: espía, empresario, traficante de armas, corrupto... En todos ellos llevó al estado del arte la manipulación, la seducción, la conspiración y la traición.
Traficante de armas, corrupto, espía y asesino, se hizo filántropo para limpiar su imagen
El 27 de noviembre de 1936 murió apaciblemente, en Montecarlo, como ese anciano que ahora era, con 87 años, casi nada. Una vida tan larga da para mucho, hasta para novelar el aspecto más romántico, si hubo algo así en su vida que pudiera señalarse, cuando 12 años antes, con 75, convierte a su amante fiel en su esposa, María del Pilar de Muguiro y Beruete, a quien conociera hace más de 30 años atrás, casada con Francisco María de Borbón, duque de Marchena y Grande de España, y algo deficiente mental, a quien encerraron en un sanatorio a las afueras de París y no se casaron hasta el fallecimiento del mismo, como rezan los cánones. Poco les duró la dicha, y dieciocho meses después la Sra. murió de una enfermedad infecciosa.
Desde luego que los affaires amorosos también ayudan en el escenario empresarial. Uniones matrimoniales de grandes familias y fortunas las ha habido siempre, e igual algún día podamos describir alguna de ellas. A él, gracias a esta relación se le abrieron demasiadas puertas en aquella España, y supo aprovechar la coyuntura. Estar en el sitio adecuado es el principio.
Zaharoff murió a los 87 años rodeado de riquezas, así que podemos reírnos un poco del karma
Zaharoff perfeccionó caminos ya recorridos por otros ilustres y desbrozó otros inhóspitos, hibridándolos, en una globalización emergente, asentando ingredientes imprescindibles para hacer negocios de una determinada forma en los que ansían el poder y relevancia a toda costa, una ambición visible socialmente, fijando los pilares de este modo de hacer: relaciones, dinero, imagen y reconocimiento; y al abasto un despliegue de habilidades y formas secretas a conjugar.
Capaz de relacionarse y de hacer negocios con enemigos reconocidos, ingleses, alemanes, turcos, rusos, franceses, japoneses, es igual. Lo mejor es que le veían con ojos de persona confiable. Hay que ser muy grande como para vender armas a unos y a otros sin despeinarse. Ya antes de la Gran Guerra es capaz de crear en un momento el caos y acto seguido el equilibrio (armamentístico se entiende) utilizando desde sabotajes y boicots a sobornos y tráfico de influencias, de espionaje, noticias falsas, corrupción, chantajes, e incluso asesinatos. Contribuía de esa forma a que nada permaneciera fijo, en una sociedad ya entonces líquida y VUCA. Estos métodos empresariales empleados los inició con la ametralladora Maxim, luego con los sabotajes y complots al submarino de Isaac Peral, o las jugosas comisiones pagadas al almirante japonés Fuji. Todo un referente y un maestro al que estudiar, sin duda. Lástima que sus memorias (que fueron robadas y recuperadas) acabaran en el fuego por él mismo; la de enseñanzas que tendríamos del maestro, y seguro jugosos comentarios de los personas de la época así como de la psico-sociología del poder.
Queda claro que un personaje como Basil Zaharoff, ha de contar con una empatía brutal, unas dotes de comunicación excelentes, la gestión del relato, y un delirio por algo que cree más grande que él mismo. Además de una discreción intratable. Ya sabemos que un buen corrupto (o un traidor) en posesión de secretos es algo ciertamente incendiario, al que hay que vigilar y sobre todo contentar. O dicho al estilo J. Pujol, tan metafórico él, haciendo símiles con las ramas de ese árbol que si cae al final "no cae sólo esa rama, también las otras".
Ya sabemos que un buen corrupto (o un traidor) en posesión de secretos es algo ciertamente incendiario
Otro pilar que cimienta es la autofinanciación, cosa que resolvió con la adquisición de un banco (Union Parisienne). Y tampoco hay que dejar al azar la comunicación, Zaharoff así nos lo muestra, y qué manera mejor de cuidar su imagen y sus negocios (tan ligados) que manejando la prensa o los medios, e incluso, ya puestos, pues adquirir uno no está de más: se hace editor del Excelsior. Generar corrientes de opinión, lanzar rumores, crear conceptos e ideas, construir verdades y postverdades... Hacer del mundo algo precario y provisional es agotador, pero tiene sus recompensas para quien puede influir en ello.
Los hombres intocables también dominan la imperfección de las mentes y de las leyes. O las crean. Y, como Zaharoff, nos enseñan a no descuidar la imagen. Preocupado por su marca crea, por ejemplo, un albergue para marineros franceses jubilados, todo un detalle que ayuda a mantener una potente proyección de prohombre. Las acciones de caridad o filantropía no pueden faltar, hasta Al Capone lo hizo. Pero la historia ha de dejar la inscripción de tu paso hasta en las rocas, o cuando menos en el nombre de alguna calle o un busto en alguna plaza, además de en la memoria, allá donde no se evapore. El reconocimiento da notoriedad y reafirma una forma de vida casi a la que imitar, y qué mejor forma que te rindan honores académicos, en su caso una cátedra en aerodinámica en la universidad de París y de otra índole como hacerle entrega de la Legión de Honor. Cosas normales para gente de tanto bien.
Así pues, los pilares enunciados se cumplen en esta persona como tiralíneas y es replicado, cambiando formatos pero no dirección. ¿Todo un ejemplo social al que emular y seguir? Aún hoy, en la 'tiranía de la transparencia' hay espacio para este ejercicio, los corderos siempre se usan para el sacrificio, y si el rebaño es descubierto, se pide educadamente disculpas y se buscan de nuevos. Hombres así hacen suya la filosofía de la mentira, y el entreno de la ambigüedad lo encierran como un regalo o una promesa. Así uno no puede resistirse. Y cuando alguien se ve a sí mismo tan alto, tan intocable y separado del resto, la invulnerabilidad e impunidad comienzan a hacer su entrada al mismo tiempo que se evapora la compasión o la igualdad. La inmortalidad es el siguiente escenario, donde han empezado a trabajar algunos de los nuevos próceres. Recuerdo ahora una frase del relato "El inmortal", (El Aleph, de J.L.Borges), donde parece ser que los trogloditas eran los Inmortales: "Todo, entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso", como un punto de melancolía insustituible.
En fín, a lo que íbamos, el tipo vivió 87 tacos, casi nada. Pues eso, ríete del karma.