Port Tarraco se ha consolidado como un destino internacional para megayates que acuden principalmente en otoño y primavera para realizar tareas de mantenimiento y puesta a punto. Cuando está a pleno rendimiento, unos 500 tripulantes de las embarcaciones atracadas llegan a convivir en esta marina, convirtiéndola en una pequeña ciudad. Pero no solo vive del mar, en torno al muelle ha erigido un negocio inmobiliario basado en el alquiler de oficinas para grandes empresas y de locales comerciales para dar servicio a esta población flotante y también a los ciudadanos de Tarragona.
Port Tarraco alcanzó en otoño el 100% de ocupación.
De septiembre a noviembre es una época en la que hay mucha demanda. Ahora estamos en una temporada más media, en torno al 50%, y en primavera volveremos a estar aproximadamente al 100%.
¿Por qué otoño y primavera son las temporadas altas?
El tipo de barcos que tenemos hace dos temporadas: en verano en el Mediterráneo y en invierno en el Caribe. Y entre esas dos temporadas es cuando nosotros tenemos más actividad, porque no somos una marina de destino, sino una marina técnica. Vienen aquí para hacer tareas de reparación y mantenimiento de todo tipo: de maquinaria, equipamientos contra incendios, balsas salvavidas... Todos los sistemas del barco tienen que pasar unos mantenimientos obligatorios, como un avión o un barco de pasaje.
Los barcos no están aquí parados simplemente.
No, hay mucha gente trabajando. Los barcos más grandes tienen unos 70 tripulantes y los pequeños, entre cinco y ocho. Además, hay proveedores externos que vienen también a hacer trabajos.
¿Entre esos proveedores hay empresas locales?
Seguramente un 70% de los operadores que trabajan en los barcos son de empresas locales. Los astilleros que hacen trabajos de garantía o mantenimiento en los barcos suelen subcontratar a empresas locales. A lo mejor envían a dos técnicos de Holanda, pero subcontratan a 25 personas de aquí o cuatro empresas diferentes de aquí, por un tema de costes.
¿Cuál es el impacto económico en Tarragona de la actividad de Port Tarraco?
Según nuestros cálculos, de unos 18 millones de euros al año. A nivel laboral tiene un impacto importante en empresas de mantenimiento y reparación que trabajan en los barcos, y luego, a nivel servicios, la población flotante que se genera en la marina en temporada alta, con unos 500 tripulantes, beneficia a restaurantes, comercios, servicios médicos, logística... También favorece la ocupación hotelera o de apartamentos, tanto para proveedores externos como para la propia tripulación.
Son como empresas instaladas en el mar.
Cada barco de este tipo es como una pyme que viene a hacer un trabajo, no a estar parado. Pero en lugar de alquilar una oficina para desarrollar su actividad, alquila un espacio en el mar.
En Port Tarraco han atracado algunos de los yates más grandes del mundo.
Solo trabajamos con barcos que tiene entre 40 y 180 metros de eslora.
¿De dónde proceden estos megayates?
Principalmente, de Oriente Medio, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Arabia Saudí, Omán, Kuwait o Baréin. Y también de Estados Unidos.
¿Y quiénes son sus propietarios?
Suelen ser jefes de estado de estos países o grandes empresarios. En Oriente Medio, todos los presidentes o jeques suelen tener varios barcos. Y en Estados Unidos, son principalmente empresarios muy potentes de grandes compañías tecnológicas, como Microsoft o Google.
Su empresa, Ocibar, tiene la concesión de esta marina para yates hasta 2048. ¿Cuáles son sus planes de crecimiento?
Nuestros planes de crecimiento son consolidar bien la marina e intentar crecer en ocupación y volumen durante los meses en los que ahora no estamos al 100%, en verano e invierno.
¿Cuál es su estrategia?
Nuestras infraestructuras y los servicios exclusivos que ofrecemos permiten que los barcos reciban mantenimientos de altísima calidad en un entorno óptimo. Nuestra geolocalización y la capacidad para acoger grandes embarcaciones nos han convertido en un destino muy atractivo en el ámbito global.
¿Es un sector sostenible?
Todos los barcos atracados están conectados a la corriente eléctrica para reducir el impacto ambiental y cuentan con una elevada capacidad para potabilizar al agua de mar y producir su propia agua dulce tanto para el consumo de sus tripulantes como para tareas de limpieza.
El negocio de Port Tarraco también se basa en locales que rodean el muelle.
Sí, tenemos una parte inmobiliaria dentro de la marina. Disponemos de seis edificios, con 12.000 metros cuadrados de locales comerciales y oficinas, que cuentan con una marca propia denominada Business Pier. Es un parque empresarial, una línea de negocio diferente de los barcos.
¿Qué ocupación tiene este parque?
Es un segmento muy consolidado. A día de hoy, tenemos ocupación al 98%, con grandes empresas que han alquilado espacio de oficina, como Inetum, Fluor, Buro Veritas o Movertis. El objetivo es mantener la calidad en este sector de parque empresarial y ofrecer servicios de máximo nivel para este tipo de empresas que tienen las oficinas implantadas aquí.
En cuanto al grupo Ocíbar, ¿Baleares sigue siendo su apuesta más firme?
Puerto Adriano, en Mallorca, es la marina original del grupo, y también gestiona las de Botafoc y Santa Eulàlia en Ibiza. Además, desde octubre del año pasado también gestiona Marina de Valencia junto con otras empresas.
Un capitán guía el rumbo de Port Tarraco
Marc Colls (Barcelona, 1964) trabajó como capitán de veleros hasta que en 2011 se incorporó a Port Tarraco, cuya concesión tiene la empresa balear Ocibar hasta 2048. La treintena de amarres, de entre 45 y 160 metros, de este muelle del puerto de Tarragona han estado a pleno rendimiento hasta hace unos días, ahora la ocupación es de en torno al 50%. Recibe algunos de los yates de lujo más grandes del planeta, propiedad de emires de Catar, jeques árabes, magnates rusos, multimillonarios neozelandeses o grandes empresarios estadounidenses. El Azzam, considerado el yate más privado más largo del mundo con 181 metros de eslora y construido por los astilleros alemanes Lürssen, estuvo seis meses allí. Su dueño es Jalifa bin Zayed Al Nahaya, presidente de los Emiratos Árabes Unidos. También acoge barcos de película, como el Fair Lady, construido en 1928 en el Reino Unido y en el que se grabaron algunas de las escenas de la trilogía 'Cincuenta sombras de Grey'. Con sus 39,6 metros de eslora y 6,4 metros de ancho, es un habitual en los últimos años.