Álvaro Palacios, 'romántico' empedernido y apasionado de sus proyectos, se muestra muy agradecido a Tarragona, a la comarca del Priorat y a los técnicos de la Universitat Rovira i Virgili (URV). Por eso no dudó ni un momento al aceptar una invitación muy especial de los responsables del MBA de la URV, que este año cumple su 25 aniversario. En ese sentido, pocos valoran más que él la poderosa atracción de la tierra: "La cultura agrícola de tradición milenaria, la afinidad de variedades -asegura que la garnacha nació entre Aragón y aquí-, la constelación de parcelas, el suelo, la temperatura, la orientación, la altitud... y tantas otras cosas que no sabes, hacen del corazón de Tarragona algo tocado por un don divino, un patrimonio absolutamente único en el mundo".
¿Cree que es verdad que ya se hace buen vino en cualquier parte?
Yo respeto el gusto de cualquiera, pero si una viña no lo da, enológicamente no te lo puedes inventar. Francia me enseñó que la gracia de un gran vino está en la viña, en su tipicidad y singularidad. Hoy en día se hacen vinos limpios, estructuralmente correctos, pero lo que realmente importa es el alma, las emociones que transmiten, la magia.
¿Le molesta un cierto esnobismo?
Creo que debe evitar ser invasivo, eso de saber mucho, del gurú y del adjetivo preciso, el experto no debe intimidar a nadie... el vino es lo contrario, es celebración, es alegría, y además viene del campo, sencillo, cotidiano como antiguamente. De acuerdo que los grandes vinos pueden alcanzar una espiritualidad y un misterio que transcienda de lo material, pero no deja de ser un producto agrícola, nacido de la humilde tierra.
¿Cualquiera puede opinar sobre vinos?
Cada uno tiene sus gustos y, mecánicamente, todos tenemos las mismos cilios olfativos y papilas para degustar. Sin embargo, incluso el lugar y el momento de donde cates influye en tus sensaciones. Si hablamos de grandes vinos clásicos, gasto miles de euros en probarlos para disfrutar y aprender más y más. De hecho, he querido -bromea- meter estas inversiones en el apartado de I+D de la bodega, pero lamentablemente esto no entra en las subvenciones... En serio, con este tipo de vinos, he llegado a sentir miedo, de lo maravilloso, no se puede describir.
Usted defiende la estabilidad de la industria del vino frente a tendencias y a modas.
Sí, por supuesto, pero no harás nada si no tienes ambición comercial. Por mucha enología que tú aprendas, si no vendes bien, no puedes progresar con tus viñedos y bodega. Si no haces dinero no puedes hacer buen vino. Con esta base y aunque el vino quizás sea le producto más atomizado, es una industria muy estable. Dentro de la agricultura también, porque los precios los haces tú con tu marca y la tipicidad de tu Denominación de Origen. Muy diferente del mercado de la fruta, por ejemplo, ahí dependes de los grandes entramados de lonjas, de otros países productores...
¿Qué ingredientes maneja en su fórmula del éxito?
Una región con mucha calidad y personalidad, una 'constelación' de pequeños viñedos donde poder encontrar esa viña tocada de una gracia especial, divina. Que las viñas tengan una edad elevada, viñas viejas llenas de sabiduría. Y para ser perfecto, el sedimento de aquella cultura secular de los monasterios. Llevar ese fruto a su lugar adecuado, conservarlo en un lugar frío, húmedo y oscuro, cuidar todos los detalles y luego recorrer el mundo año tras año explicando las maravillas de ese lugar privilegiado y único. No es tan difícil.
Hubo un tiempo de inversiones estratosféricas en bodegas, por ejemplo en Priorat, difícilmente amortizables. ¿El sentido común ha llegado para quedarse?
Las cosas se han normalizado. Hubo un momento en que se compraba todo, y tampoco ha sido malo. Estoy en contra de lo despersonalizado, evidentemente, pero se han plantado hectáreas, se han iniciado proyectos y abecés han sido retomados por otras personas... Ha habido movimiento, pero es cierto que en muchos casos sin consciencia y no triunfaron. Ahora se vuelve a plantar, ves actividad en las tierras, da mucha alegría.
¿Cómo ve la proyección de los grandes vinos españoles en el mundo?
Hay muchísimo por hacer. Wine Spectator aporta cifras contundentes. Según su registro de catas, un 8% de los vinos franceses dan 95 o más puntos. En Italia, un 5%... y en España, solo estamos en el 1%. Yo me quejo mucho de que faltan compañeros en el camino, estamos muy pocos. Hablo de vinos de alta cotización, grandes vinos... los que se definen como fine wines o great classic wines. Sí que hay mucho vino en una gama de precio superior al que había hace treinta años, -tanto jóvenes bodegas como grandes operadoras que incorporan nuevas producciones limitadas buscando vinos más exclusivos de viñedos de alta calidad-, pero casi bien nadie se atreve con el sector de la gran élite. Ahora mismo trabajo con una importadora muy significativa en Hong Kong, que mueve los grandes borgoñas, burdeos, etc. y junto a Vega Sicilia soy el único productor de España.
¿Hasta qué punto hace daño el low cost a los productores de calidad?
No siento que influya demasiado. Te puedo decir que el consumidor de grandes vinos y el de vinos medios viven en planetas diferentes, en universos distintos, no se ven las caras. Sí es cierto que la imagen de España como país de volumen, productor de vinos baratos, sigue permaneciendo en el subconsciente del sector. Los etiquetados especiales (marcas blancas), la exportación de graneles... eso siempre ha estado ahí, y también existe en Francia y en Italia y conviven perfectamente, para eso están las DO y las clasificaciones de categorías de vinos en viejo mundo como estamos haciendo en la DOQ Priorat. Hasta cierto punto pienso que es bueno que exista ese mercado, por ejemplo para zonas de grandes extensiones de viñedo como La Mancha, etc. y que no se me malinterprete. Además, todos sabemos que también se ha avanzado muchísimo en el sector medio-alto, de vinos entre 35 y 45 euros. Esos Riberas, Bierzos, nuevos Riojas y Priorats que han dado mucho que hablar, esas grandes puntuaciones... todo eso aflora fuera dando una gran imagen.
¿Teme a los competidores de países emergentes?
El viñedo del viejo mundo, el de la tradición ancestral que funde la mitología de Oriente y los monjes medievales que elevaron el viñedo a un estado superior, está en Francia, Italia, España y la vieja Europa. Eso es un rasgo diferencial único. Por desgracia, a diferencia de los dos primeros, en nuestra tierra se perdieron los rasgos de singularidad más preciosos durante el siglo XX debido al fuerte declive en nuestra agricultura y viticultura tan valiosa como la de Francia, Italia o Centroeuropa. Esa es mi fe y mi motor, recuperar sin complejos lo que un día fue, con esas viejas viñas que esperan en el olvido que alguien recupere su dignidad histórica.
¿Qué considera más efectiva, la promoción como país, como D.O., o como pequeña bodega de altísima calidad?
Todo suma. La marca España, que ha costado un triunfo hacerla en vinos, es importantísima, el mercado compra y ordena los vinos por países. Las D.O. regionales, son fundamentales para los vinos medios, medios altos, pero para los grandes vinos de alta cotización las D.O. tienen que ofrecer el amparo para vinos más localizados, adaptarse a las categorías superiores que contempla Bruselas. Así estamos haciendo en Priorat desde hace años, poniendo la pirámide de clasificación a disposición de los vinos de mayor rango dando paso también a los vinos de origen Municipal; Vi de Vila y de viñas únicas; Vinya Classificada y Gran Vinya Clasificada. Cuanto mayor es la calidad y cotización de un vino, mayor es la exigencia por el conocimiento de su exclusiva procedencia, que el nombre del paraje o viña este en la etiqueta del vino para la posteridad, que la administración de la región garantice la delimitación y producción de esa maravillosa viña que merece ser embotellada aparte. El consumidor de grandes vinos quiere toda la verdad. El nombre de la tierra se impone a todo.
Un "apasionado" visionario, 30 años después
A los 55 años, encarna la sexta generación de viticultores de su familia; es el séptimo de nueve hermanos, seis hombres y tres mujeres, hijo de productores comercializadores de vino en Alfaro (Rioja oriental). Sus padres fundaron la bodega Palacios-Remondo en 1948 al borde de la N-232 (La Coruña-Barcelona) le dieron una formación internacional que le puso en contacto con los grandes vinos del mundo. Estudió enología en Talance (Burdeos) y dirección de marketing en Madrid (ESIC) y Londres. Pudo realizar prácticas en Chateau Petrus Libourne (Burdeos) y Stags Leap en Napa Valley (California). "Mi origen y mis circunstancias -explica- me han llevado hasta aquí; aprendí en Francia, allí tomé contacto con los grandes vinos de alta cotización: observe que en Borgoña nunca llegaron tan malos tiempos como aquí, la antigua logística de sus ríos navegables, la riqueza del comercio europeo... que allí se reservaban las cosechas por anticipado". Con todo ese bagaje, en 1989 fue uno de los pioneros al crear su propia bodega en el Priorat y poner en valor los históricos viñedos de la zona. Diez años después hizo algo parecido en El Bierzo con su sobrino Ricardo. Hoy sus vinos se codean con la élite mundial.