Desde hace algunos años, África se vislumbra como el continente de las grandes oportunidades de futuro. Por ello, en su afán por ofrecer a las empresas del territorio la información que requieren sus procesos de internacionalización, la Cambra de Comerç de Reus invitó a Daniel Vives a un encuentro con empresarios interesados en conocer las oportunidades que ofrecen los mercados de África Occidental, donde ejerce como representante de las Cambras de Catalunya, Acció 10 y Aragón Exterior.
Hablamos de África como un todo, pero seguro que usted aprecia matices y singularidades...
Sólo en la zona que yo más domino (la costa centro-oeste de África), existen importantes diferencias y en cada país observas peculiaridades. En primer término hay una división entre los países francófonos (Costa de Marfil, Senegal, Benín, Togo...) y anglófonos (Ghana, Nigeria...). Los primeros son más como el sur de Europa, más movidos y con más burocracia. Realmente se notan esas influencias, y luego hay un abismo entre los cuatro más desarrollados, -Senegal, Costa de Marfil, Ghana y Nigeria-, y todo el resto.
¿Por qué ese abismo?
En estos cuatro países ha nacido una clase media, lo que es toda una novedad en África. Supone un cambio radical, ya que antes sólo las élites accedían a los bienes de consumo habituales en Europa. Hace una década comenzaba a despegar y ahora se ha fortalecido, -se calcula que llega al 30% de la población-, aunque todavía es pequeña en zonas como Burkina Faso, Benín o Togo; cada vez da más juego, porque es sólo el inicio. Costa de Marfil lleva cuatro años con crecimientos cercanos al 10% del PIB
¿Qué demanda esa clase media?
De todo. Por ejemplo la construcción es un boom, ya que quieren barrios residenciales y viviendas unifamiliares. Es necesario levantarlos porque no hay.
¿Cree que es un crecimiento sostenible?
Sí, porque la base demográfica es muy sólida. Las previsiones son optimistas si no hay cambios radicales, siempre teniendo en cuenta que la estabilidad política no es total, aunque últimamente no hay apenas conflictos.
¿Qué nos puede contar de la seguridad física?
Es casi total. No es habitual que existan problemas con los extranjeros. Los índices de criminalidad indican que son países relativamente seguros. Con respecto a la sanidad, todo depende del bolsillo. Hay hospitales privados de calidad más que aceptable; el resto está más retrasado.
¿Y la seguridad jurídica?
Todavía algo floja, aunque en fase de clara mejoría con la implantación de una normativa más rigurosa. En todo caso, si vendes, no hay ningún problema. La estabilidad económica de los últimos años se deja notar, y en general se respetan las reglas de los tratados internacionales de libre comercio. En todo caso nuestra recomendación siempre pasa por ir con alguien que conozca cómo funciona internamente el país. Todo allí es muy distinto y es relativamente fácil equivocarse. A modo de ejemplo, en una compra de terrenos, los registros no garantizan un control total. No es la primera vez que aparecen varios propietarios.
¿Qué sectores pueden hallar buenas oportunidades de negocio?
Todas las que estén relacionadas con la construcción: materiales, muebles..., y también el sector alimentario y de higiene personal. La agricultura y la ganadería están dando el salto de profesionalización que vivió Europa hace décadas, por lo que todo este tipo de equipamientos es muy solicitado. También todo lo relacionado con recambios y material industrial, como bombas, válvulas y equipos de transmisión de potencia. En países como Costa de Marfil se nota una explosión industrial, además con incentivos fiscales muy interesantes. También juegan a favor los costes logísticos, pues son países relativamente cercanos al nuestro.
¿Cómo reciben a las compañías catalanas?
A los empresarios que deciden viajar les llama la atención que la saturación del mercado es mucho menor que en el norte de África o en el área de influencia de Sudáfrica. Hay competencia, pero no es la guerra total de estas zonas que he mencionado. Creo que hay mucho recorrido, porque además la imagen del producto español y catalán es muy buena.
¿A qué se debe ese sello de prestigio?
Nos beneficia la enorme influencia de los intermediarios libaneses en las redes industriales y de distribución. Tienen una tendencia a apreciar el producto español e italiano por encima del francés o alemán. Lo ven como producto europeo de calidad con mejor precio. Los franceses tienen fama de caros.
¿Qué factores considera claves para no fracasar?
Hay que conocer muy bien el terreno que pisas. Hay mucha empresa que viaja, pero poca que vende. Van, llegan, se emocionan y el 90% se queda en nada por un error en la acción comercial. El secreto está en cómo tratarles, la gestión de los tiempos y el seguimiento del proceso, que es muy distinto a lo que se da en Europa.
¿Realmente hay tanta diferencia?
La clave del éxito en África está en romper las barreras de comunicación. Es difícil en ocasiones, pero el vínculo personal y humano resulta absolutamente determinante.
Un salto de vértigo: de ESADE a Abiyán
No llega a los 40 pero arrastra tras de sí una más que notable experiencia en países como Costa de Marfil, Ghana, Senegal o Camerún. Hace diez años, cuando estaba terminando quinto de consultoría y auditoría en ESADE, se interesó por el puesto de trabajo que una empresa ofrecía en África Occidental. El principal requisito, además de la formación y los idiomas, era la disponibilidad para vivir allí, de modo que el 'fichaje' le costó hacer las maletas y asentarse en Abiyán, la capital de Costa de Marfil, donde pasó el primer año solo al frente de una oficina dedicada a la venta de material industrial. Vivió allí hasta 2012, cuando decidió regresar y se percató de que podría dedicarse a facilitar la entrada de empresas españolas en esos mercados ignotos. Unas 60 empresas de Valencia, Aragón y Valencia han recurrido ya a los servicios de su empresa, Inafrica Strategy.