ELOY ÁLVAREZ ACADÉMICO Y SECRETARIO GENERAL DE LA REAL ACADEMIA DE INGENIERÍA DE ESPAÑA

“El hidrógeno verde debería tener un papel relevante en la descarbonización”

“Su impacto se verá a partir de 2030, esta década será de desarrollo de proyectos”

Con una destacada trayectoria como directivo en importantes empresas del sector energético, Eloy Álvarez, que desde 2012 es académico de número de la Real Academia de Ingeniería de España, actualmente Secretario General, pasó por el CaxaFórum de Tarragona para explicar sus puntos de vista sobre la descarbonización, un reto de toda la sociedad que tiene en el sistema económico uno de sus principales frentes. Álvarez, que ha sido también profesor en universidades como la Complutense de Madrid y Deusto -entre otras- arroja luz sobre los retos y los impactos de este proceso a nivel económico, apoyándose en su doble formación: doctor e ingeniero de Minas, por un lado, y licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Complutense y diplomado en Empresariales por la London School of Economics, por otro.

Dani Revenga / Tarragona

El objetivo para el 2050 es la neutralidad climática y las emisiones cero. ¿Es realista?

Son objetivos ambiciosos. La cuestión fundamental es cómo se movilizan los instrumentos y los medios para conseguirlos. Es clave que estos objetivos se interioricen por los sectores de la economía. No solamente el energético, también los servicios, la edificación, el transporte, la industria... Es un reto de todos que implica cambios en las actividades para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Para llegar a ello, ¿hay que asumir renuncias en el crecimiento económico o determinados hábitos vinculados a nuestro bienestar?

Los modelos de instituciones como la Agencia Internacional de la Energía o la Comisión Europea revelan que es factible conseguirlos sin dejar de crecer. Pero todo pasa por algunas transformaciones en las actividades económicas. El Plan Integrado Nacional de Energía y Clima establece que la economía pueda crecer, lo que no quiera decir que haya sectores que tengan que reducir su actividad o incluso desaparecer y que emerjan otros que los sustituyan.

Europa está totalmente comprometida con estos objetivos. Estados Unidos, con Trump fuera de la ecuación, parecen virar en positivo. ¿China es el problema?

El acuerdo de París sobre emisiones fue suscrito por un número muy importante de países y, por tanto, hay un gran número de miembros de la comunidad internacional comprometidos con estos objetivos. Pero hay países teóricamente comprometidos que siguen aumentando sus emisiones. El caso más relevante es el de China, que desde el año 2000 crece en emisiones de CO2 de una manera casi exponencial. EEUU e India le siguen de cerca, por volumen de emisiones, por población y crecimiento económico. Habría que exigir más a los países con más emisiones.

En España hay un plan muy ambicioso basado en una apuesta por las energías renovables y la eficiencia energética. ¿Es factible teniendo en cuenta las fragilidades de nuestro sistema económico?

No es malo tener objetivos ambiciosos. La cuestión está en cómo implementarlo en los diferentes sectores. El sector que va en cabeza es el eléctrico, donde la generación de energía renovable se incrementará mucho en los próximos años. El reto tiene que ser de todos los sectores, y tienen que ser compromisos sostenidos a lo largo de los años.

La hoja de ruta española prevé el cierre de las nucleares. ¿Es una contradicción ya que no generan emisiones de CO2?

Es previsible un cierre gradual que implica retos adicionales. Esto supone un esfuerzo mayor para reducir emisiones e implica la sustitución de una importante energía de base en el mix energético.

Mientras unos sistemas de generación tienden a desaparecer, otros se vislumbran como la energía del futuro. ¿Eso es el hidrógeno renovable?

Con el hidrógeno hay que ser prudente y realista. Su papel en la descarbonización es trascendental, tal como establece, por ejemplo, la Comisión Europea de una manera muy clara. Pero también se reconoce que a corto y medio plazo se necesitan otras formas de hidrógeno, a partir de gas natural y de carbón. La propia CE establece unos plazos progresivos. Para desarrollarse, el hidrógeno renovable necesita electricidad y electrolizadores más baratos, todavía hay un gap de competitividad. Las estimaciones apuntan que el hidrógeno tendrá un papel relevante, pero a partir de 2030. Esta década será de desarrollo y despliegue de proyectos industriales.

¿Qué papel puede jugar el sector químico?

Es uno de los sectores que seguirá teniendo importancia y es clave, porque vamos a necesitar sus productos para nuestra vida cotidiana y para la industria y el transporte, entre otros sectores. Pero tendrán que acometer procesos de reducción de emisiones, un reto que ya tienen muy asumido las empresas del sector.

Uno de los vectores clave en la descarbonización es que el vehículo eléctrico sustituya a los de combustión interna. ¿No puede suponer un problema satisfacer el incremento de demanda que esto supondrá?

No conozco análisis que demuestren que no será factible y creo que el sistema eléctrico responderá a las nuevas demandas. Lo que sí es básico es desplegar un plan para impulsar los puntos de recarga. La electrificación de la movilidad será un proceso que llevará un tiempo y en el que influirán los costes de los vehículos y las conveniencias del consumidor. A mediados de esta década se espera que se equilibren los costes totales de estos vehículos y sean más competitivos. Pero debemos mantener un criterio de neutralidad tecnológica, dejando evolucionar también a los vehículos impulsados por los combustibles convencionales y por otros como el gas natural o el hidrógeno.

¿Qué impacto tendrá la descarbonización en el empleo?

Exigirá un esfuerzo de adaptación de toda la sociedad. Van a ser necesarios nuevos conocimientos, nuevas competencias y eso va a generar empleo. Lo que no quiere decir que no vaya a haber ganadores y perdedores. Hay sectores que no tienen futuro (el más claro, las centrales de carbón). Otros sectores tendrán que ser flexibles. Pero hay que hacer un esfuerzo de política industrial, centrada en la innovación, el conocimiento y la transferencia tecnológica y la creación de nuevas empresas para responder a las nuevas necesidades. Y no podemos perder tiempo, porque países como Alemania, Francia y otros tienen una situación más planificada y están más preparados.

Cualquier cambio de paradigma lleva asociada una geopolítica. ¿Cómo es la que conllevará la descarbonización?

Hay una cierta creencia que la descarbonización nos llevará a una economía muy soft donde los elementos físicos, la industria y la minería casi no van a tener ningún papel. Pero si no tenemos una industria solvente y competitiva, difícilmente estaremos en una economía próspera. En este sentido, no solo la industria, sino también los materiales serán trascendentales. Hay que marcar como objetivo estar en la cadena de valor y tratar de no ser dependiente en los minerales críticos. Por poner un ejemplo, hay que explorar como proveerse de los materiales para las baterías como el litio, el cobalto, etc. La política industrial y la minería van a ser claves en una economía descarbonizada. Hay que potenciarlas, sector por sector o de manera horizontal con medidas generales de apoyo a la innovación o el emprendimiento.