¿Qué balance hace de sus tres primeros años al frente de Foment?

He trabajado estos tres años para convertir Foment del Treball en la patronal de proximidad, para dar servicio a nuestros asociados como un gran lobby que defienda sus intereses en todos los foros, en el Parlament, en el Congreso... siempre con la idea clara de abrir las puertas de las Administraciones públicas y orientar los planteamientos legislativos que afectan a las empresas.

¿Cree que la sociedad valora en su justa medida el esfuerzo que están realizando los empresarios en una coyuntura tan complicada?

Yo soy un gran defensor del reconocimiento social del empresario, que ni es el gánster del pueblo, como lo pintan algunos, ni un explotador de los trabajadores. La empresa -a través de la propiedad, los directivos, la tecnología, el capital y los trabajadores- es un mecanismo fundamental para la generación y distribución de la riqueza, para que una sociedad progrese. Lo mismo que todo el mundo sabe que el 1 de mayo es el Día del Trabajador, hemos trabajado con la Generalitat para que el 27 de junio, a partir ya de 2022, sea el Día de la Empresa, una fecha para reivindicar todo lo que hacemos por la sociedad.

¿Considera que la tensión política sigue empobreciendo Cataluña?

Nuestro mayor reto es que las grandes empresas tractoras, las que se han marchado por el procés, vuelvan a Cataluña. Si las 30 más importantes regresan, el resto irán volviendo. No descansaremos hasta conseguirlo, y habré fracasado si no lo logramos. Y volverán cuando haya una manifestación explícita de que no se repetirá una declaración unilateral como la que vivimos. Hay que decir la verdad a la sociedad y a la Administración. Uno de los socios de Gobierno (ERC), ya lo ha hecho... falta que Junts x Catalunya también lo diga abiertamente.

¿Cómo valora el peso específico adquirido por partidos antisistema?

Algunos defienden menos coches, menos aviones, menos cruceros, menos turismo... menos de todo, y nosotros estamos exactamente en lo contrario.

¿Ve decadencia en Barcelona?

Hay luces y sombras. Por ejemplo, veo mucho dinamismo en el ecosistema de tecnológicas. Es la cuarta ciudad de Europa con más posibilidades de que aquí crezcan nuevos 'unicornios'. En el lado negativo, hay temas graves como la seguridad; Barcelona es hoy la ciudad más peligrosa de España. Si hablamos de robos de menos de 400 euros, los delincuentes detenidos piden a la Policía que se dé prisa para volver a salir rápido a la calle para seguir 'trabajando'. Eso no tiene ningún sentido y hace mucho daño al tejido social y empresarial.

¿Qué papel ha jugado Foment durante la pandemia?

Las medidas adoptadas por el Gobierno central no han caído del cielo. Hemos trabajado intensamente: elevamos el aval del Estado para los créditos ICO para las empresas al 80%, cuando se proponía el 50%, y negociamos un balón de oxígeno vital para la supervivencia de miles de empresarios a través de los ERTEs y distintas ventajas y desgravaciones fiscales.

No todo habrán sido éxitos en esa negociación...

Por supuesto que no. Necesitábamos el mismo nivel de ayudas directas que los franceses, ingleses o italianos, y no lo hemos conseguido. Nosotros hemos tenido que recurrir a más crédito y más endeudamiento, y nuestros competidores han recibido cobertura directa del Estado.

¿Preocupan las llamadas empresas 'zombi', alimentadas por la financiación pública?

Sí, que se produzca una explosión de insolvencias crediticias avaladas por el Estado es una de las grandes preocupaciones de los analistas del Banco de España, que son gente seria. Es básica una gestión de recursos bien encauzados hacia empresas viables; propusimos copiar el sistema de Italia, con una agencia independiente presidida por un gran empresario. No nos han hecho caso.

¿Qué predicción hace para la recuperación económica post-Covid?

Proyectábamos una recuperación más intensa en 2022, pero hay factores negativos que la están ralentizando y quizá tengamos que esperar al 2023: la ruptura de las cadenas de suministros, el incremento de los precios de la energía, los mayores costes en las importaciones... Con una inflación que se puede disparar al 6%, vaticinamos un posible conflicto laboral en los convenios: las empresas tienen que abordar ese incremento del gasto en materias primas sin subir precios, por lo que no podrán aguantar una subida fuerte de los costes laborales. Toca encontrar soluciones realistas, y en ello estamos.

¿Cómo evalúan el impacto de los fondos Next Generation UE?

Esos 140.000 millones -70.000 en ayudas directas- son una gran noticia, pero también existen incertezas. Las empresas deberían ser capaces de provocar un efecto dominó y multiplicar por cinco esas subvenciones para generar riqueza y puestos de trabajo por valor de 400.000 millones. Nos preocupa que el dinero llegue a todos los sectores y a todos los tamaños de empresa, y tenemos a tres personas, muy bien conectadas con Moncloa y el Govern, dedicadas a tiempo completo a este tema.

¿Es cierto que los fondos europeos no llegarán si España no moderniza su mercado laboral?

Es un tema capital y sería bueno que empresarios, sindicatos y Gobierno nos pongamos de acuerdo en las grandes reformas estructurales, pero haya o no consenso, esos fondos van a llegar a España. Ahora mismo no me atrevo a decir si nos pondremos o no de acuerdo.

¿Qué nos está diciendo Europa?

Que no es aceptable un paro juvenil del 40%, y que tenemos que activar un contrato en prácticas y un contrato de formación moderno y eficiente. Y que debemos concienciar a la población sobre las posibilidades de los grados medios de la Formación Profesional. Faltan estos perfiles en la química, en la construcción, en la automoción... las familias tienen que saber que con una buena FP de grado medio te puedes ganar mejor la vida que, por ejemplo, un abogado.

¿Y la temporalidad de los contratos?

Es difícil de erradicar en una economía tan dependiente del turismo y de los servicios, pero trabajamos en propuestas de modernización en línea de la llamada 'flexiseguridad'.

Con un paro que ronda el 15%, ¿cómo se explica que en algunos sectores falte mano de obra?

Ningún Gobierno ha reconocido y ha atacado la economía sumergida, que le cuesta al país el 25% del PIB. Hemos planteado una estrategia a cinco años para que al menos la mitad de esos 270.000 millones de euros afloren al mercado, lo que comportaría ingresos vía impuestos y aportaciones a la Seguridad Social.

Ya que menciona la Seguridad Social, ¿qué proponen para hacer sostenible el sistema de pensiones?

Está claro que no tiene sentido incrementar los costes de la Seguridad Social. No valen los parches que siguen aumentando el déficit del sistema. Hemos calculado que un trabajador que se jubila entre los 62 y los 66 años agota en 12 años sus aportaciones a la caja de las pensiones, de modo que cada mes se genera una deuda impresionante. Vemos claro que, como primer paso, sólo las pensiones contributivas deben ir a cargo de la Seguridad Social; las no contributivas tienen que encauzarse a través de los Presupuestos Generales del Estado.