En España, Cataluña comparte liderazgo con Madrid en el universo de la franquicia. En 2016 Madrid lideró el ránking de mayor número de centrales franquiciadoras, pero por un margen muy estrecho. Según el informe anual de la AEF (Asociación Española de Franquiciadores) 325 cadenas tienen sus centrales en Madrid (25 más que en 2015) por 311 en Cataluña (9 más). "Más relevante que el número de centrales -explica Aragonés- considero el dato de unidades por central, donde Cataluña es líder indiscutible de redes más expandidas, tanto en unidades propias como franquiciadas".
¿Qué coyuntura atraviesa el mundo de las franquicias? ¿Se deja notar la recuperación?
Afortunadamente, está experimentando un cambio de rumbo radical desde 2014, un giro brusco y al alza. Desde 2008 se había producido un freno por cierres de establecimientos y por falta de liquidez y financiación de los bancos para emprendedores. Todo ello empezó a cambiar hace aproximadamente tres años, tanto por el incremento del número de aperturas como el de solicitudes de personas interesadas en invertir, gracias al progresivo aumento del consumo.
Sin embargo, los expertos constatan la debilidad del consumo interno
Es cierto que la economía doméstica muestra un crecimiento más ralentizado, sostenida en parte por los récords del turismo. A nivel interno los índices de consumo son todavía pequeños, con incrementos que no llegan a los dos dígitos, pero no tiene nada que ver con lo que se había vivido anteriormente. Por experiencia, le puedo confirmar que no se abrirían establecimientos sin rentabilidades. La franquicia es un tren al que el emprendedor se sube porque ve marca, valor añadido y expectativas claras de negocio.
¿Cómo está Cataluña?
La fuerza de la franquicia es enorme en Cataluña, y ese origen catalán denota prestigio y credibilidad. Son cadenas conocidas, asentadas y con experiencia dilatada. En el sector inmobiliario, la cuarta y quinta del 'top ten' son catalanas; en herboristería las dos primeras; en restauración hay media docena... También hay que decir que el 90% están en el área de influencia de Barcelona.
¿Y Tarragona?
En Tarragona, Reus, Girona o Lleida la proliferación de franquiciados se ha multiplicado. En las zonas nobles del comercio como la Rambla Nova o el nuevo Mercat Central, al igual que en los centros comerciales, el porcentaje de franquicias en los nuevos negocios ronda el 70%. Son ciudades con pocas centrales de red, pero sí gran presencia de unidades franquiciadas.
¿En qué sectores detectan más dinamismo?
Esa pregunta tiene su miga. Hay segmentos que despiertan mucho interés y generan muchas consultas, por ejemplo servicios -un cajón de sastre que aglutina inmobiliarias, prestaciones en el hogar, academias de idiomas, centros de estética...- porque las inversiones son más bajas. Hay otros como la alimentación (supermercados), que aglutinan el 37% de facturación de todas franquicias y el 25% del empleo, aunque los márgenes son ajustados. Por el contrario, es un sector muy seguro. Y por último, estaría la restauración, el más rentable por beneficio neto.
¿Se ha convertido la franquicia en un nicho de autoempleo?
Al principio de la crisis, la gente que se quedaba sin trabajo, enviaba su currículum y recurría a headhuntings con la esperanza de encontrar algo con la misma remuneración; muy pronto, con la sensación de crisis más profunda, vieron que era muy difícil lograr las condiciones laborales previas y empezaron a dirigir la mirada hacia un modelo de negocio y hacia el autoempleo. La franquicia ha crecido empujada por esa falta de ofertas de trabajo como el que habían perdido.
Casi merecería un estudio sociológico...
Si se suma el factor de la edad de las personas, en la franja de los 40 años, con una buena indemnización y ahorros importantes, el resultado es una metamorfosis en el perfil de emprendedor. Una generación de franquiciados más madura, más formada y con más capacidades empresariales y de trabajo en equipo. Ha sido un cambio a mejor.
¿Esa metamorfosis ha reducido el índice de frustración ante franquicias que no dan los resultados esperados?
Hay profesionales más preparados, pero también mucho emprendedor con nivel medio bajo que se deja engatusar por los directores de expansión. Todavía hay personas incautas o confiadas que se creen las verdades de un señor que se lleva comisión por vender la franquicia. No todas las marcas dan el nivel de excelencia prometido, y hay que tener en cuenta que se trata de un mercado muy abierto al que acceden pyme y micropymes. Mi consejo es que busquen asesoramiento profesional de abogados o consultores, que comprueben las sensaciones de otros franquiciados, que contrasten bien las cifras. Deben comprobar racionalmente cada detalle y no dejarse llevar por el corazón. También debe quedar claro que la franquicia no es una varita mágica y una gran parte del éxito depende más bien del franquiciado.
¿Puede ponerle porcentajes a esa aportación de cada parte para que el negocio funcione?
Es un trabajo de equipo para que el franquiciado pueda sacar el máximo provecho de los activos que le son dados: el poder de atracción de la marca, plan de marketing, modelo de negocio... siempre desde un mensaje de sensatez, porque son muchas las habilidades que dependen de cada emprendedor. ¿Porcentajes? Varía mucho: en el retail-restauración yo díría que la propuesta de valor alcanza el 20%, la ubicación un 30-40% y las habilidades comerciales del franquiciado otro 30-40%. En el sector servicios la ubicación no es tan determinante: un 70% depende del inversor y un 30% de la propuesta de valor. Y luego hay otros factores externos que afectan a todo un sector, al alza o a la baja, por ejemplo el tsunami inmobiliario que se llevo todo.
¿Cuáles son los errores más frecuentes del novato?
Primero, falta de autocrítica. Se requiere mucho rigor a la hora de analizar pros y contras en una relación de medio-largo plazo para no autoengañarse e invertir erróneamente. Puedes tener una ubicación correcta por el tránsito de gente, pero también el alquiler influye si está mal negociado. Es un puzzle de muchas piezas: márgenes comerciales, aparición de competencia, saturación de marcas en un sector concreto, franquicias de coyuntura (cibercafés, oro)...
¿Existe letra pequeña?
Sí. Un modelo de franquicia es de adhesión y difícilmente se puede cambiar el contrato estándar de la marca. Hay que llevarlo a un especialista y prestar atención a los blindajes y al equilibrio de las partes en función de las contraprestaciones. La duración del contrato, por ejemplo, es más un asunto financiero que legal, pues debe ser siempre más extenso que el periodo de amortización.
Un estudioso de la expansión de las empresas
En España conviven alrededor de 1.075 enseñas operativas, frente a 225 extranjeras de 28 países. Operan en 70.500 locales y mueven alrededor de 30.000 millones de euros anuales. Dan empleo a casi 270.000 personas. Como socio director de T4 Franquicias, la empresa líder en el sector de consultoría de franquicias y crecimiento empresarial, José Aragonés lleva más de 20 años analizando los modelos que permiten a pymes y micropymes multiplicarse y hacerse notorias en breves periodos de tiempo. Licenciado en Derecho, ha creado y desarrollado más de 300 redes en su carrera profesional. Reconoce que, "para despecho de los más románticos", la presencia de marcas comunes provoca que las ciudades pierdan singularidad, pero "es el signo de los tiempos y lo que demanda el cliente final, un cliente más joven que se identifica con ciertas marcas... además, los arrendadores prefieren cadenas con peso y durabilidad y las franquicias reúnen esos requisitos".